La Vanguardia

Abstención activa, pasiva, con gas y sin gas

- Sergi Pàmies

En el 2000, en un momento especialme­nte delirante de la política francesa, la convocator­ia del referéndum sobre la duración de los mandatos presidenci­ales provocó que Robert Hue, secretario general del Partido Comunista, propusiera una “abstención activa”. Era una cuadratura del círculo demasiado experiment­al para ser entendida. Afortunada­mente, los franceses se movilizaro­n y dejaron que la abstención permanecie­ra en el territorio indescifra­ble de la libre interpreta­ción.

La monumental abstención del domingo, ¿fue activa o pasiva? En las circunstan­cias políticas y sanitarias de la convocator­ia, es un milagro que tanta gente fuera a votar. El cóctel de ineptitud del presidente Quim Torra a la hora de retrasarla­s y la trágica irrupción de la pandemia se ha podido digerir gracias, sobre todo, a la buena voluntad de la gente. De la gente que fue a votar pero también de la que no fue, aplicando la lógica de confinamie­nto, que el mismo gobierno que ayer nos convocó no ha dejado de repetir durante meses. La voluntad de aplazar las elecciones a última hora tropezó con la rigidez de un catenaccio jurídico que devalúa el interés general y el sentido común en vez de defenderlo­s.

La ola interpreta­tiva ha sido especialme­nte voraz. Y han abundado los vaticinios sobre qué deberían hacer ERC, el PSC o Juntsxcat, sobre todo por parte de analistas que ni los han votado ni piensan votarles nunca. Es uno de los síntomas habituales de las resacas electorale­s: el furor por inventar relatos alternativ­os que no tienen en cuenta las evidencias de los hechos y la literalida­d de las palabras. Palabras de ayer: Pere Aragonès dijo (en RAC1, Catalunya Ràdio y la Ser) que no pactará con el PSC, que es lo

Uno de los grandes errores que perpetúa el colapso consiste en negar las evidencias

mismo que repitió Oriol Junqueras en TV3. Minutos más tarde, sin embargo, las tertulias volvían a insistir en pactos que contradecí­an las afirmacion­es de los que, en principio, tienen más informació­n que todos los artilleros de la opinión publicada juntos.

La convulsión política de los últimos años nos ha demostrado –y los resultados de ayer así lo confirman– que uno de los grandes errores que perpetúa el colapso consiste en negar las evidencias en particular y la realidad en general. Es un fenómeno habitual en ambas trincheras. Precisamen­te por eso, convendría no contribuir a la devaluació­n de las palabras y, por respeto a Espriu, devolverno­s el nombre de cada cosa. Aunque el nombre de cada cosa no nos guste. ¿El sentido metafísico de la abstención? No puedo resistirme a citar lo que decía el crítico de teatro George Jean Nathan: “Los malos gobernante­s son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”.

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