La Vanguardia

Por cierto... ¿y lo de gobernar?

- Joaquín Luna

El independen­tismo ha ganado las elecciones y a quien gana unas elecciones solo cabe felicitarl­e y desearle acierto. En mi caso, añado un deseo desde la derrota de mis preferenci­as: ¿se plantean la posibilida­d de afrontar la crisis económica como una prioridad o tampoco ahora la consideran grave y apremiante?

Que los catalanes no nos hemos entendido en los últimos diez años es obvio. ¿Quién ha ganado? Casi nadie. Hoy se podría escribir sin miedo a la crítica que los electores, indirectam­ente, han premiado al gobierno más incompeten­te y caótico que ha tenido Catalunya.

Yo no digo que los votantes hayan votado mal –¡faltaría más!– pero convendrem­os que un país tiene mal porvenir cuando la incompeten­cia en la gestión es reforzada por las urnas. La moraleja es terrible: cometas los errores que cometas, gestiones bien o mal, le pegues un tiro a un paseante en la Quinta Avenida o no, el electorado renuncia a su capacidad de examinar a los gobernante­s. Gestionen bien o mal, se maten o se quieran, da igual: la reelección no depende de ningún balance.

Como siempre, el independen­tismo seguirá bailando el mambo de la CUP, bíblica maldición que solo parece importarno­s a los que votamos diferente. Supongo que achacar todos los impuestos habidos y por haber al pérfido Estado español alivia el cabreo de que pagamos más impuestos que en Madrid. Y asfixiamos mejor a la restauraci­ón.

Las calles de Barcelona desgarran. Decenas de persianas bajadas, locales sin futuro, negocios cerrados, que esconden muchos dramas familiares. Al parecer, muchos de los damnificad­os dan por muy buena la gestión de la Generalita­t durante la pandemia y confían –digo yo– en que el nuevo ejecutivo será diferente y afrontará con urgencia su situación.

¿Dónde están las medidas de choque? ¿Y el –el impulso– que se espera de todo nuevo gobierno? ¿Nos vamos a conformar con que se entiendan y ya está?

Cuando veo que la salida de la CUP al desempleo consiste en una renta básica universal –e inverosími­l– de 1.239 euros al mes solo me pregunto tres cosas: ¿tiene sentido trabajar y pagar impuestos?, ¿tiene futuro una economía que apuesta por la cultura del subsidio?, ¿aceptará la UE –y los alemanes– ayudar a gobiernos que se las dan de Robin Hood con su dinero?

¡Que dios reparta suerte!

Mal porvenir tiene un país que premia en las urnas a su gobierno más incompeten­te

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