La Vanguardia

Con Eugenio no se juega

- Quim Monzó

Pasadas las elecciones, mientras los partidos piensan con quién pactan y con quién no, llega la hora de hablar de los “problemas que de verdad interesan a la gente”, como decía hace veinte años Joan Subirats cuando colaboraba en el programa matinal de Catalunya Ràdio, que entonces conducía Antoni Bassas. Yo también colaboraba y mi misión era, una vez acabada la tertulia, resumir qué había dicho cada uno de los participan­tes. Indefectib­lemente, en un momento u otro, Subirats decía lo de

los problemas que interesan a la gente.

Curiosamen­te, no eran nunca los que interesaba­n a buena parte de la población, que también era gente. Desde entonces, en estas dos décadas el truco se ha populariza­do y ahora, cuando A habla de algún asunto del cual B prefiere que no se hable, B dice inmediatam­ente que es una cuestión que no interesa a la gente. Las cosas que realmente interesan a la gente son, siempre, las que interesan a cada opinador.

Pues bien, ahora una de las cosas que

interesan a la gente (de hecho, no me interesa ni a mí) es la propuesta de cambiar el nombre del municipio sevillano de Estepa. Un vecino de la población llamado Alfonso López ha emprendido una propuesta para que el topónimo pase a ser Estopa. De Estepa a Estopa. Es simple: solo cambia una vocal. La propuesta la formula por medio de ese invento denominado Change.org, que sirve para que la gente se distraiga y se crea un emprendedo­r o un revolucion­ario, o ambas cosas a la vez: “Creo que este cambio sería lo que el pueblo necesita para aumentar su popularida­d turística”. Alfonso López es un gran admirador de los Estopa, el dúo cornellane­nse de rumba.

A lo largo de la historia, muchas poblacione­s han cambiado de topónimo. El pueblo austriaco de Fucking, que –por las connotacio­nes sexuales que tiene en inglés– finalmente ha pasado a llamarse Fugging. Malvitge pasó a ser Bellvitge, la granadina Asquerosa pasó a ser Valderrubi­o... En Arkansas, Topeka pasó a llamarse Google durante un día, por motivos comerciale­s. Pero lo que nunca pasará es que Estepa cambie su nombre por Estopa, porque entonces el chiste del tren transiberi­ano se va a hacer puñetas. Tras la exhibición de conocimien­tos culturales sobre España del ruso, el andaluz todavía le podría decir: “Cosa curiosa, Rusia. Mucho ruso en Rusia... Muy buena, la ensaladill­a rusa. Emocionant­e, la montaña rusa. Muy bueno, Demis Ruso”. Pero entonces, cuando el ruso le dice que es de la estepa, el chiste se va al garete porque el andaluz no podría contestarl­e la frase que lo remata: “Muy buenos, los polvorones”.

Un vecino de Estepa ha lanzado una propuesta para que el topónimo pase a ser Estopa

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