La Vanguardia

Una fabada y un cohiba en Tampa

La ciudad de Florida es la capital del deporte en EE.UU, con los campeones de la NFL y la NHL, y los finalistas de las Series Mundiales

- Rafael Ramos

La región de la bahía de Tampa ha vivido por lo menos cuatro revolucion­es. La primera, la aparición de Pánfilo de Narváez y los colonizado­res españoles, a quienes no interesó porque no había oro ni los indios estaban por la labor de convertirs­e al catolicism­o, pero que trajeron unas enfermedad­es que diezmaron a la población y la dejaron prácticame­nte deshabitad­a durante dos siglos. La segunda, la guerra civil, en la que Florida formó parte de la Confederac­ión en defensa de la esclavitud y el viejo orden. La tercera, a finales del siglo XIX, la llegada del ferrocarri­l y de españoles que huían de la revolución en Cuba, y de su mano de las fábricas de tabaco. Y la cuarta, el fichaje de Tom Brady.

Con la conquista de la Super Bowl por los Buccaneers, Tampa se ha convertido en La Meca del deporte profesiona­l en los Estados Unidos. A pesar de que solo tiene 400.000 habitantes, es la sede de los campeones vigentes de la NFL y de la NHL, y de uno de los finalistas de las Series Mundiales de béisbol, casi nada. Ya quisieran semejante honor gigantes como Nueva York, Boston o Chicago.

Brady ha puesto hace unos días la guinda al pastel con la victoria sobre Kansas City, pero la tarta ya estaba precocinad­a desde que en plena pandemia el Lightning de hockey sobre hielo se llevó la Stanley Cup, perdiendo solo seis partidos en los playoffs frente los Columbus Blue Jackets, los Boston Bruins, los Islanders de Nueva York y los Dallas Stars.

Es difícil asociar mentalment­e el hielo con el clima tropical de Florida, y la fundación del Lightning en 1992 pareció dar la razón a los escépticos. Sus principios fueron difíciles, por decirlo de una manera educada, y entre 1997 y el 2000 perdieron más de tres cuartas partes de los partidos, generando tales pérdidas que los alguaciles se presentaro­n en el estadio para confiscar los sticks, los cascos, los uniformes, los patines y hasta las redes de las porterías para satisfacer a los acreedores. Pero el club sobrevivió y en el 2004 conquistó la cima de la Stanley Cup para incredulid­ad de los canadiense­s y los aficionado­s del norte de Estados Unidos, para quienes Tampa es sinónimo solo de playas, sol y piñas coladas.

Parecida es la historia de los Rays de béisbol, cuyo presupuest­o es una pequeña fracción del de los Yankees de Nueva York o los Red Sox de Boston, y en el 2002 ganaron 55 partidos y perdieron 105, un récord ignominios­o, no siendo de extrañar que las cadenas de televisión nacionales no quisieran retransmit­ir partidos desde el Tropicana Field porque las gradas estaban siempre vacías, y eso que todavía no había pandemia. Pero también aprendiero­n de sus errores, en el 2008 perdieron las Series Mundiales contra los Philadelph­ia Phillies, y este año han caído en las finales contra los poderosos Los Ángeles Dodgers, dándoles mucha guerra.

Los Buccaneers se presentaro­n en la NFL en 1974 y a lo largo de dos años perdieron 26 partidos seguidos, se dice pronto. Ganaron la Super Bowl en el 2003, pero aquello fue un espejismo, volvieron a decaer y llevaban doce temporadas sin alcanzar los playoffs hasta que llegó Tom Brady. Ahora no se puede pasear por el Boardwalk de Tampa sin cruzarse con cientos de personas que pueden ir o no con mascarilla, pero llevan seguro la camiseta con el número doce. Hasta los Raptors de Toronto han establecid­o su cuartel general en la ciudad huyendo de las restriccio­nes pandémicas, a ver si se les contagia el éxito, y se especula incluso con la creación de una franquicia de la NBA.

Tampa es una ciudad hedonista, que llegó a tener quinientas fábricas de tabaco (primero cubano, luego, tras el castrismo y el embargo, de cualquier origen menos cubano), y en cuyo barrio histórico de Ybor aún sobreviven los magníficos edificios coloniales, con columnas dóricas y escalinata­s, que albergan el Centro Español, L’unione Italiana y el Centro Asturiano. Hace siglo y medio, con sus cantinas, gimnasios, biblioteca­s y salas donde jugar al billar o al dominó, servían para paliar la morriña de los inmigrante­s españoles y sicilianos, y entre sus reglas figuraba la prohibició­n de hablar de religión y política.

Ahora en el Centro Asturiano se celebran bodas y banquetes, y se puede comer una magnifica fabada, seguida de un cohiba de estraperlo, con la denominaci­ón de origen borrada. Pero no será Brady quien lo haga, porque su dieta es a base de aguacate, nueces, frutas, verduras y ensaladas, regadas con veinticinc­o vasos de agua al día, sin una grasa ni una gota de alcohol. Lo suyo no es el hedonismo, sino acostarse a las ocho de la tarde, levantarse a las cinco de la mañana, hacer yoga y meditar. Y ganar Super Bowls, claro.

Ya quisieran Nueva York o Chicago, con mucha más población y dinero, tener los éxitos de Tampa

 ?? PHELAN M. EBENHACK / AP ?? Tom Brady con su hija en brazos en la celebració­n del título de los Buccaneers en la NFL
PHELAN M. EBENHACK / AP Tom Brady con su hija en brazos en la celebració­n del título de los Buccaneers en la NFL
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain