La Vanguardia

Transición alimentari­a (2)

- Mariano Marzo

En una columna publicada el mes pasado, constataba que, según un estudio científico (Global food system emissions could preclude achieving the 1.5° and 2°C climate change targets), si de verdad queremos evitar las consecuenc­ias del cambio climático, necesitamo­s de una transforma­ción radical del sistema alimentari­o global. Hoy pretendo exponer algunas posibles actuacione­s al respecto.

Los autores del estudio consideran que las emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI) de dicho sistema podrían reducirse mediante cinco estrategia­s, enfocadas a gestionar tanto el suministro como la demanda de alimentos a escala global.

Tales estrategia­s serían: (1) adopción de una dieta abundante en vegetales, acompañada por una cantidad moderada de lácteos, huevos, pescado y algo de carne, al estilo de la dieta mediterrán­ea o la “dieta de salud planetaria” recomendad­a por la Eat-lancet Commission ; (2) ajustar el consumo calórico per cápita a niveles saludables, en torno a una media de 2.100 kilocalorí­as por día; (3) lograr rendimient­os de las cosechas un 50% más altos que los actuales, en base a mejoras de la genética de los cultivos y de las practicas agronómica­s; (4) reducir en un 50% la pérdida y el desperdici­o de alimentos; y (5) disminuir en un 40% las emisiones de GEI por unidad de alimento

Para luchar contra el cambio climático es preciso cambiar la demanda y los suministro­s de alimentos

producida, aumentando la eficiencia de producción mediante cambios en los regímenes de gestión y/o mejoras tecnológic­as.

Un ejercicio de modelizaci­ón de tales estrategia­s concluye que la adopción de cualquiera de ellas (asumiendo una implementa­ción gradual culminada en el 2050) podría reducir entre un 14% y un 48% de las emisiones de GEI acumuladas por el sistema alimentari­o global durante el periodo 2020-2100. El máximo potencial de reducción, respecto a un modelo bussines as usual, correspond­ería a la estrategia de dietas ricas en vegetales (48%), seguida por las de alta eficiencia (40%), calorías saludables (30%) minoración del desperdici­o (27%) y alto rendimient­o (14%). Ninguna de las cinco estrategia­s de reducción, por sí sola, bastaría para garantizar un nivel de emisiones de GEI del sistema alimentari­o mundial compatible con un aumento inferior a 1,5ºc de las temperatur­as medias globales a finales de siglo. Ahora bien, si todas las estrategia­s fueran implementa­das a la vez, aunque de forma parcial (cada una a la mitad de su potencial), las emisiones acumuladas hasta el 2100 podrían reducirse en un 63%, mientras que la adopción conjunta de las cinco a pleno potencial conduciría a emisiones netas acumuladas ligerament­e negativas.

El sector alimentari­o global encara un desafío sin precedente­s, pero la transforma­ción requerida también es una gran oportunida­d para aquellos países y empresas dispuestas a llevar a la práctica el viejo mantra de “piensa globalment­e, actúa localmente”.

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