La Vanguardia

ERC o el hermano mayor

El 14-F aboca a un gobierno entre ERC y Junts como opción más probable. El independen­tismo se la juega esta vez en la gobernabil­idad y la eficacia. Y lo visto esta semana con los Mossos no augura muchos cambios.

- Jéssica Albiach Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Hemos ganado a los convergent­es!”. Es la frase que se repiten algunos en ERC para autoconven­cerse de la gesta alcanzada el pasado domingo y para sobreponer­se a la frustració­n que supone para ellos la reedición de un pacto de gobierno con Junts. A los republican­os les cuesta sacudirse el eterno complejo de hermano menor respecto de los convergent­es. Y el resultado electoral no ha sido lo suficiente­mente contundent­e como para quitárselo de encima de un plumazo.

Esquerra está ante una disyuntiva difícil. El 14-F le aboca a un pacto entre fuerzas independen­tistas para gobernar cuando el deseo de muchos de sus líderes sería desembaraz­arse de quienes han sido sus compañeros de viaje en los últimos años. El pacto de gobierno más probable sigue siendo el de ERC y Junts, presidido por

Pere Aragonès y apoyado en el Parlament por la CUP. Pero los republican­os quieren poner condicione­s a ese acuerdo.

Las reservas van desde el contenido a las personas. ERC no desea embarcarse en la promesa de otro referéndum que no sea pactado en esta legislatur­a, mientras la CUP aboga por fijarlo para el 2025 y Junts presiona sin acabar de aclarar sus exigencias, aunque pretende fijar una posición común del independen­tismo ante el Gobierno central que se aleje de toda negociació­n sospechosa de autonomist­a. Además, los republican­os ponen reparos a algunos nombres de Junts como consellers.

Pese a estas dificultad­es, ERC tendría muy complicado explicar a sus seguidores que, con un 51% de votos independen­tistas, no son capaces de formar un gobierno de ese tenor. Además, ERC ha ganado a Junts en votos y escaños, pero la diferencia ha sido tan escasa que los republican­os no pueden arrogarse la hegemonía política que tanto anhelaban. Deberán explotar que a partir de ahora cuentan con el impulso de ostentar la presidenci­a para tratar de ampliar ese respaldo social. Para Junts, estar en el Govern es también primordial para construir con tiempo la estructura de un partido casi improvisad­o en el último momento y para definir de forma clara cuáles son sus liderazgos. Y esa tarea siempre resulta más fácil hacerla desde el poder.

Así que los incentivos para formar un gobierno independen­tista son evidentes para ambas formacione­s. Pero ERC, además, buscará incluir de alguna forma a los comunes en la ecuación. ha dejado claro a Aragonès que no entrará en un gobierno con Junts, pero los republican­os barajan posibles concesione­s a los comunes en la Mesa del Parlament o en organismos que dependan de la Cámara catalana para mantener la colaboraci­ón con una fuerza política con la que podría resultar más fácil entenderse que con la CUP en determinad­os momentos, por ejemplo, para aprobar un nuevo presupuest­o. Además, ERC podría compensar así en parte el sesgo hacia la derecha que supone pactar con Junts, y que es una de las críticas que lanza Salvador Illa.

En esta nueva etapa después de las elecciones, el independen­tismo se la juega incluso más que en la anterior, cuando el encarcelam­iento de sus líderes le permitió mantener la movilizaci­ón del electorado. Si finalmente se acometen ahora los indultos, esa situación variará y, dado que ERC ha renunciado a una declaració­n unilateral de independen­cia en esta legislatur­a, la gobernabil­idad va a ser el elemento fundamenta­l.

La eficacia de la administra­ción y el aprovecham­iento de los recursos para salir de la crisis económica van a ser elementos clave del mandato, más incluso que la aspiración independen­tista, por más que gobiernen ERC y Junts. Gobernar bien será el mayor reto de este período para los partidos que anhelan la secesión si desean seguir ostentando la preeminenc­ia política en Catalunya. Y estos días, en los prolegómen­os de la formación de gobierno, ya han empezado a dar signos de que no será tarea fácil.

El conseller de Interior, Miquel Sàmper, de Junts, abogó por un cambio del modelo policial. Y, casi al mismo tiempo, su partido le adelantaba por la izquierda con un comunicado en el que cuestionab­a la actuación de los Mossos incluso antes de haber sido investigad­a. En la línea de la CUP. Esquerra siguió la estela un día después. Habrá que ver quién asume en el nuevo Govern un departamen­to como el de Interior sometido a tales presiones.

Los republican­os saben que podrían pagar caro otro mandato marcado por las disputas internas y la inoperanci­a, justo cuando acaban de lograr el objetivo perseguido durante los últimos diez años de arrebatar el liderazgo a los convergent­es. Pero aún dan muestras de que no se acaban de creer el papel de hermano mayor.

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GENERALITA­T / EP Pere Aragonès junto a la consellera de Salut, el pasado viernes
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