Apoyo a las mujeres más vulnerables
La pandemia ha dejado sin trabajo y sin recursos a muchas personas. Pero seguramente uno de los colectivos más olvidados es el de las mujeres que ejercen la prostitución y dependen de estos ingresos para sobrevivir, para saldar sus deudas, para pagar el alquiler de un piso de realquiler o quizás para satisfacer las demandas de los proxenetas que las explotan. Durante estos últimos meses, han crecido notablemente el número de mujeres que son atendidas en el Lloc de la Dona, un centro del Raval de Barcelona que da formación y cuida de prostitutas y víctimas de tratas.
El Lloc de la Dona actúa como un centro de día (abierto desde las 9 de la mañana hasta las 6 de a tarde) y fue creado por las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en 1996. Esta comunidad religiosa se ha dedicado, desde sus orígenes en 1870 en Madrid, a atender a mujeres que viven en contextos de prostitución y de trata con fines de explotación sexual. Actualmente hay unas 300 oblatas en toda la congregación, en 15 países (y en España, en 16 comunidades). La disminución del número de hermanas no ha impedido que continue su labor. En Barcelona solo quedan dos religiosas, pero en el Lloc de la Dona trabajan 20 profesionales y otros 20 voluntarios. Y este equipo atiende a un total de 400 mujeres. Una de sus principales labores es ir a los pisos, clubs o bares de alterne donde saben que se ejerce la prostitución y darse a conocer (las que ejercen en la calle son atendidas preferentemente por los servicios municipales). No siempre es fácil, no siempre son bien recibidas. Generalmente llaman antes por teléfono y se ofrecen para entregarles material profiláctico e invitarlas al espacio de salud del Lloc de la Dona. Y cuando pasan por el local es cuando les ofrecen los cursos de formación, la atención psicológica, la posibilidad de participar en sus actividades (como un coro de gospel) o simplemente tomar un café en un espacio abierto, ahora cerrado por la pandemia. Otra opción es trabajar en el proyecto Dona Kolors, una marca de productos artesanales y únicos, hechos a mano por las mujeres que han realizado un curso de costura. Una forma de poder salir del círculo vicioso de la prostitución.
Nuria Casanovas, directora del Lloc de la Dona desde el 2019 y primera laica que lo dirige, explica que su objetivo es “favorecer el desarrollo integral y la autonomía de estas mujeres,, sensibilizar y denunciar las injusticias”. El 95% de las que pasan por el centro son extranjeras y el 70% no tiene documentación. La gran mayoría tienen entre 18 y 35 años y la mitad con hijos, que no siempre viven aquí sino que han dejado en sus países. “Con la pandemia han vuelto a aparecer mujeres que hacía años que no veíamos. Muchas se han encontrado de pronto sin ningún ingreso porque los clubs han cerrado y por la caída del turismo. Y esto nos ha obligado a un esfuerzo económico, hemos triplicado el presupuesto, no solo para facilitar alimentación y medicación, sino también para ayudarlas a pagar un alquiler o la factura del teléfono”. Y otro drama: muchas de ellas aumentan su deuda con quienes las han traído.
Mar Galceran, coordinadora del centro, forma parte junto con una docena de personas, del Grupo de Familia Oblata, que no solo apoyan al equipo de profesionales del centro sino que comparten la espiritualidad y el compromiso de la congregación. Pero Galceran precisa: “La dimensión cristiana no se explicita en el Lloc de la Dona, excepto que se solicite”. El 90% de las mujeres atendidas son creyentes. Las nigerianas, preferentemente son evangélicas; las marroquíes, musulmanas; las latinoamericanas, evangélicas o católicas, y las de los países del Este, ortodoxas. “Para ellas, que han pasado por situaciones muy duras, la religión es un factor de resiliencia”.
Pese a la gravedad del momento, Mar Galceran apunta un dato positivo: “Ante la dureza y las dificultades por las que pasan, prefieren no pensar, el dolor es demasiado fuerte. Ahora al estar paradas, sienten miedo, no ven una salida y se dan cuenta de que no quieren esta vida, y eso explica el aumento de la demanda de itinerarios de inserción laboral”.
La pandemia, con el cierre de clubs y la caída del turismo, ha dejado a muchas prostitutas sin ingresos
El Lloc de la Dona ha tenido que triplicar las ayudas económicas para pagar alimentos, alquileres y facturas