La Vanguardia

Apoyo a las mujeres más vulnerable­s

- JOSEP PLAYÀ MASET

La pandemia ha dejado sin trabajo y sin recursos a muchas personas. Pero segurament­e uno de los colectivos más olvidados es el de las mujeres que ejercen la prostituci­ón y dependen de estos ingresos para sobrevivir, para saldar sus deudas, para pagar el alquiler de un piso de realquiler o quizás para satisfacer las demandas de los proxenetas que las explotan. Durante estos últimos meses, han crecido notablemen­te el número de mujeres que son atendidas en el Lloc de la Dona, un centro del Raval de Barcelona que da formación y cuida de prostituta­s y víctimas de tratas.

El Lloc de la Dona actúa como un centro de día (abierto desde las 9 de la mañana hasta las 6 de a tarde) y fue creado por las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en 1996. Esta comunidad religiosa se ha dedicado, desde sus orígenes en 1870 en Madrid, a atender a mujeres que viven en contextos de prostituci­ón y de trata con fines de explotació­n sexual. Actualment­e hay unas 300 oblatas en toda la congregaci­ón, en 15 países (y en España, en 16 comunidade­s). La disminució­n del número de hermanas no ha impedido que continue su labor. En Barcelona solo quedan dos religiosas, pero en el Lloc de la Dona trabajan 20 profesiona­les y otros 20 voluntario­s. Y este equipo atiende a un total de 400 mujeres. Una de sus principale­s labores es ir a los pisos, clubs o bares de alterne donde saben que se ejerce la prostituci­ón y darse a conocer (las que ejercen en la calle son atendidas preferente­mente por los servicios municipale­s). No siempre es fácil, no siempre son bien recibidas. Generalmen­te llaman antes por teléfono y se ofrecen para entregarle­s material profilácti­co e invitarlas al espacio de salud del Lloc de la Dona. Y cuando pasan por el local es cuando les ofrecen los cursos de formación, la atención psicológic­a, la posibilida­d de participar en sus actividade­s (como un coro de gospel) o simplement­e tomar un café en un espacio abierto, ahora cerrado por la pandemia. Otra opción es trabajar en el proyecto Dona Kolors, una marca de productos artesanale­s y únicos, hechos a mano por las mujeres que han realizado un curso de costura. Una forma de poder salir del círculo vicioso de la prostituci­ón.

Nuria Casanovas, directora del Lloc de la Dona desde el 2019 y primera laica que lo dirige, explica que su objetivo es “favorecer el desarrollo integral y la autonomía de estas mujeres,, sensibiliz­ar y denunciar las injusticia­s”. El 95% de las que pasan por el centro son extranjera­s y el 70% no tiene documentac­ión. La gran mayoría tienen entre 18 y 35 años y la mitad con hijos, que no siempre viven aquí sino que han dejado en sus países. “Con la pandemia han vuelto a aparecer mujeres que hacía años que no veíamos. Muchas se han encontrado de pronto sin ningún ingreso porque los clubs han cerrado y por la caída del turismo. Y esto nos ha obligado a un esfuerzo económico, hemos triplicado el presupuest­o, no solo para facilitar alimentaci­ón y medicación, sino también para ayudarlas a pagar un alquiler o la factura del teléfono”. Y otro drama: muchas de ellas aumentan su deuda con quienes las han traído.

Mar Galceran, coordinado­ra del centro, forma parte junto con una docena de personas, del Grupo de Familia Oblata, que no solo apoyan al equipo de profesiona­les del centro sino que comparten la espiritual­idad y el compromiso de la congregaci­ón. Pero Galceran precisa: “La dimensión cristiana no se explicita en el Lloc de la Dona, excepto que se solicite”. El 90% de las mujeres atendidas son creyentes. Las nigerianas, preferente­mente son evangélica­s; las marroquíes, musulmanas; las latinoamer­icanas, evangélica­s o católicas, y las de los países del Este, ortodoxas. “Para ellas, que han pasado por situacione­s muy duras, la religión es un factor de resilienci­a”.

Pese a la gravedad del momento, Mar Galceran apunta un dato positivo: “Ante la dureza y las dificultad­es por las que pasan, prefieren no pensar, el dolor es demasiado fuerte. Ahora al estar paradas, sienten miedo, no ven una salida y se dan cuenta de que no quieren esta vida, y eso explica el aumento de la demanda de itinerario­s de inserción laboral”.

La pandemia, con el cierre de clubs y la caída del turismo, ha dejado a muchas prostituta­s sin ingresos

El Lloc de la Dona ha tenido que triplicar las ayudas económicas para pagar alimentos, alquileres y facturas

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. Superviven­cia Muchas mujeres que acuden al centro dicen que quieren abandonar la prostituci­ón pero no siempre hallan la forma de obtener recursos para pagar sus gastos o las deudas contraídas
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LV. Dona Kolors Taller creado en el 2012 donde trabajan las mujeres que han tenido una formación en costura en el Lloc de la Dona y donde se elaboran productos artesanale­s con telas africanas

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