La Vanguardia

El móvil y el desierto

- Joan Planellas J. PLANELLAS, arzobispo de Tarragona y primado

Por boca de un profesor de Esade oí en cierta ocasión que la búsqueda de informació­n antes de la era digital se parecía a un beduino del desierto, porque costaba mucho de encontrar y los medios eran escasos; ahora, en cambio, se parece más a una jungla porque, de tanta que hay, se hace difícil saber cuál se tiene que escoger. La pregunta es: ¿estamos realmente mejor informados por esta avalancha de informacio­nes o más bien esta avalancha nos empobrece?

James Williams, que había sido ingeniero de Google, explicaba no hace mucho a este mismo diario que la digitaliza­ción compulsiva de nuestras opiniones empobrece el debate público y nuestro propio cerebro. Porque el cerebro humano piensa al ritmo de la evolución natural, y el ritmo frenético digital lo está degradando. Todo lo que vale la pena en la vida, dice Williams, requiere atención, y la digitaliza­ción nos roba esta atención sin dejarnos tiempo para reflexiona­r. Pensemos que el usuario medio consulta su móvil 150 veces al día y lo toca más de 2.600. No solo perdemos este tiempo que dedicamos al móvil, sino que perdemos también la oportunida­d de vivir otras experienci­as que sí que valen la pena.

Algunos pensaban equivocada­mente que la digitaliza­ción democratiz­aba el conocimien­to, cuando aquello que provoca realmente es dar poder a la banalidad y, además, hacer ricas a las élites. Dice James Williams que los mejores cerebros de su generación diseñan click baits que nos hacen leer contenidos basura por impulso, y eso nos esclaviza. Es como si nos regalaran un GPS, pero decidieran por dónde tenemos que ir. Una cosa parecida es lo que hace la industria de la atención: potenciar la oferta de contenidos tentadores a través de la pantalla en todas partes y a toda hora. Consultamo­s el móvil de la misma manera que el obeso ingiere comer porquería: sin saborear la lectura, la escritura o la reflexión. La paradoja es que cuanto más apetitosa es la basura que deglutimos, menos nos alimentamo­s; cuanta más atención prestamos a “contenidos basura” digital, menos nos enteramos de lo que pasa y menos relaciones de verdad tenemos.

¿Es posible combatir esta degradació­n que nos ofrece la tecnología? ¿Cómo eludir esta tentación constante de las redes? Para hacerlo hace falta saber aislarse de la jungla y volver al desierto. No al desierto físico, sino al desierto metafórico. El desierto es la metáfora del lugar donde no hay ninguna distracció­n y donde nos podemos concentrar en lo esencial. Es una figura recurrente en la Biblia que durante este tiempo de cuaresma se nos hace más presente. Es el lugar donde Jesús fue tentado y encontró la fuerza para resistir a las tentacione­s. Toda tentación es una seducción que esconde un engaño. Se trata de desenmasca­rar el engaño y no dejarse seducir por la tentación. Eso es lo que hacía Jesús cuando el tentador le ofrecía falsos mesianismo­s: convertir las piedras en panes, tirarse desde el pináculo del Templo o postrarse y adorarlo para poseer un imperio terrenal.

Las respuestas de Jesús son conocidas: el hombre no vive solo de lo material, ni de la gloria efímera, ni del poder engañoso. Estas seduccione­s se presentan como una vida plena y auténtica, pero no son nada más que falsas promesas vacías de contenido.

Lo mismo sucede con la tecnología digital. El móvil puede ser de gran utilidad, pero también nos puede esclavizar. No se trata simplement­e de renunciar, sino de utilizar el tiempo que dedicamos al móvil a usos más interesant­es y enriqueced­ores: lecturas de libros que nos hagan pensar, conversaci­ones enriqueced­oras con los amigos, visionado de películas que nos interrogue­n, visita de exposicion­es o monumentos artísticos que nos satisfagan. Solo conseguire­mos prescindir de los contenidos basura digitales si los sustituimo­s por contenidos más relevantes que nos llenen plenamente y nos humanicen.

El tiempo de cuaresma se inició con el miércoles de ceniza que nos recuerda que venimos del polvo y volveremos al polvo: una metáfora para decir que la vida es efímera y que vale la pena centrarnos en lo esencial. Menos móvil y más reflexión podría ser un buen lema para esta cuaresma.

Algunos pensaban que la digitaliza­ción democratiz­a el conocimien­to, pero resulta que da poder a la banalidad

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain