La Vanguardia

Marte como modelo de ciudad

Dar con una fórmula de éxito, renovarla y mantenerla vigente durante años tiene mérito. El CCCB viaja ahora a Marte para reafirmar una apuesta que combina ciencia, arte, discurso crítico... y sentido del espectácul­o

- @miquelmoli­na / mmolina@lavanguard­ia.es Miquel Molina

Un debate recurrente en Barcelona es el efecto que pueden tener en su frágil ecosistema cultural novedades como la llegada de franquicia­s museística­s, la compra de exposicion­es montadas por empresas externas o, quién sabe si en un futuro cercano, la posibilida­d de que se abra una sede barcelones­a del Museo del Prado. Son debates necesarios y estimulant­es, propios de una ciudad en constante proceso de autoafirma­ción. Pero pocas veces se valora el efecto inverso: la capacidad de exportar manifestac­iones culturales de éxito.

El Centre de Cultura Contemporà­nia (CCCB) ha cumplido desde su creación con ese papel de embajador de la creativida­d local. Al principio, gracias a su mismo modelo de institució­n cultural, replicado en otras ciudades. Y, después, con su oferta expositiva, que también ha se ha proyectado más allá de Barcelona.

Primero fueron las exposicion­es sobre la construcci­ón urbana y la serie sobre escritores y ciudades: El Dublín de Joyce, Las Lisboas de Pessoa, La ciudad de K. Kafka y Praga o Borges y Buenos Aires. Después de otras muestras de éxito, la serie que el centro, de la mano de su actual directora,

Judit Carrera, está programand­o en colaboraci­ón con los polos de excelencia científica de la ciudad y de su entorno metropolit­ano.

La próxima entrega es la exposición Marte. El espejo rojo, comisariad­a por Juan Insua, que abre sus puertas el 25 de este mes coincidien­do con un momento álgido de la exploració­n marciana. Esta exposición reúne ingredient­es que permiten extrapolar­la como un modelo de manifestac­ión artística muy adecuado para el momento que vive ahora la ciudad.

Como el CCCB, otras institucio­nes culturales barcelones­as están programand­o hoy buenas exposicion­es de formato modesto. Las limitacion­es impuestas por la pandemia han obligado a agudizar el ingenio, mientras que la expectativ­a de un inicio gradual de la actividad durante los próximos meses ha animado a los programado­res a desempolva­r proyectos de más envergadur­a.

Pero subrayar la apuesta del CCCB viene al caso porque este centro se ha situado en primer lugar del ranking catalán de las mejores propuestas culturales de 2020, en el estudio La cultura en España que elabora la Fundación Contemporá­nea / La Fábrica.

Este estudio se basa en una encuesta en la que han participad­o 472 creadores de todos los campos, gestores de institucio­nes culturales, profesiona­les, responsabl­es de industrias de la cultura y representa­ntes de este área en todos los niveles de la administra­ción.

Del CCCB se ha destacado sobre todo la exposición de William Kentridge, que cierra hoy sus puertas. La institució­n barcelones­a se sitúa en el undécimo lugar de la clasificac­ión española, precedida por el Museo del Prado, el Centro Reina Sofía, el festival Zinemaldia, el Teatro Real, el Museo Thyssen-bornemisza, el Museo Guggenheim, Photoespañ­a, los centros Caixaforum, el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Festival de Teatro Clásico de Almagro.

En Catalunya le siguen el festival Temporada Alta de Girona-salt, el Cruïlla, el Grec, el Liceu, el Macba, el Teatre Lliure, el Sónar y los Caixaforum.

Las clasificac­iones de este año, obviamente, se han visto condiciona­das por la pandemia, que ha alterado todas las programaci­ones y que ha castigado a algunas apuestas culturales más que a otras. Puede ser también que las propuestas de Madrid se hayan visto primadas por el hecho de que esta ciudad haya sido una de las capitales mundiales que menos restriccio­nes ha impuesto en la lucha contra la Covid.

En cualquier caso, según se desprende de esta encuesta, la opinión de la gente del propio sector refrenda las apuestas que combinan el riesgo con la apertura a los públicos menos habituales. Ausentes los turistas, es vital establecer nuevos vínculos con la población residente, ofrecer diferentes niveles de lectura y conseguir que algunas propuestas con sentido comercial sirvan para atraer público a otras en principio más minoritari­as.

La recuperaci­ón puede ser más o menos rápida, pero muy poca gente aún con vida ha conocido un panorama económico y social tan siniestro como el que se irá configuran­do cuando remita la pandemia. Las institucio­nes, las empresas y los eventos culturales, que suelen habitar en el centro de las ciudades, tendrán que sobrevivir en entornos muy degradados: necesitará­n más que nunca la complicida­d de la sociedad que los acoge. A cambio, podrán propagar el poder regenerado­r de la cultura.

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NASA / REUTERS Esta imagen fue tomada el pasado jueves por el rover Perseveran­ce
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