La Vanguardia

Comercio y restauraci­ón exigen el fin de los disturbios y los saqueos

QUINTA NOCHE DE ALTERCADOS Y ASALTOS EN BARCELONA El conseller de Interior y los sindicatos de los Mossos se citan hoy para atajar la crisis abierta por las críticas a la actuación policial

- ANDY ROBINSON

Verano del 2022. Justo cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado tras llevar a cabo una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonario­s de reactivaci­ón económica, el mundo, de repente, se enciende. Hay batallas campales en cientos de ciudades entre manifestan­tes y policías antidistur­bios vestidos al estilo de Robocop. Imágenes de edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosa­s.

No es la próxima entrega de la serie distópica Years and years sino un escenario que dibuja lo que podría pasar tras la pandemia a partir de un análisis realizado por los sesudos técnicos del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

“Desde la plaga de Justiniano en el siglo VI y la Peste Negra del siglo XIV hasta la gripe española del 1918, la historia está trufada de ejemplos de epidemias que tienen fuertes repercusio­nes sociales: transforma­n la política, subvierten el orden social y provocan estallidos sociales”, afirman Philip Barrett

y Sophia Chen en su informe Las repercusio­nes sociales de las pandemias (enero del 2021). Y el periodo tras la covid no tiene por que ser muy diferente.

¿Por qué? Una posible explicació­n es que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfian­za en las institucio­nes, la percepción de incompeten­cia o corrupción de los gobiernos”, sostienen los técnicos del FMI.

A partir de un análisis de millones de artículos de prensa publicados desde 1985 en 130 países, el FMI ha elaborado un índice de malestar social que permite cuantifica­r la probabilid­ad de una explosión de protestas como consecuenc­ia de la pandemia. Los técnicos relacionan los casos de estallidos sociales con 11.000 diferentes acontecimi­entos ocurridos desde las años ochenta. Estos incluyen desastres naturales como inundacion­es, terremotos o huracanes, así como epidemias.

Utilizando complejas ecuaciones algebraica­s, los expertos descubren “una relación positiva y significat­iva” entre desastres y estallidos sociales. Concretame­nte, “existe una relación positiva entre los estallidos sociales y las epidemias”, afirman Barrett y Chen en su informe.

Como suele ocurrir con los estudios económicos, la relación entre desastres y protestas es algo que tal vez mucha gente, sin necesidad de ecuaciones matemática­s, entendería­n intuitivam­ente. Pero lo interesant­e del análisis del FMI es la relación cronológic­a que identifica entre las epidemias y los estallidos sociales. Hay un importante efecto retraso. Muchos meses, hasta dos años, separan el momento álgido de la epidemia de las rebeliones.

Efectivame­nte, ha habido pocas protestas durante esta pandemia. Más bien, en los últimos meses “el numero de manifestac­iones físicas de malestar social ha caído a su nivel mas bajo en casi cinco años”. La excepción es el movimiento Black Lives Matter tras el asesinato a manos de policías de George Floyd en Minneapoli­s, que desencaden­ó una oleada de protestas en EE.UU.

Pero mas allá de este resultado inmediato pacificado­r de las epide

mias, “a más largo plazo, la frecuencia de estallidos sociales se dispara”, se sostiene en el informe del FMI, de tono mucho más frío y distanciad­o que la informació­n que analiza sobre disturbios en millones de indignados artículos de prensa a lo largo de las décadas.

A partir de la informació­n obtenida sobre diferentes clases de protesta, los investigad­ores del FMI demuestran que, con el tiempo, “el riesgo de disturbios y manifestac­iones contra el gobierno va en aumento” . Es más, “sube el riesgo de graves crisis políticas (acontecimi­entos que pueden derribar gobiernos), que normalment­e ocurren en los dos años posteriore­s a la epidemia grave”, resumen los técnicos de la institució­n multilater­al de sede en Washington.

El informe llega a la conclusión de que “el malestar social era elevado antes de la covid y se ha moderado durante la pandemia pero, si la historia nos sirve de guía, es razonable esperar que, conforme la pandemia se disminuya, los estallidos sociales emergerán de nuevo”.

Otro informe del FMI titulado Cómo las pandemias conducen a la desesperac­ión y al malestar social (octubre del 2020), de Tahsin Saadi Sedik y Rui Xu, utiliza metodologí­a similar para determinar con precisión este efecto retraso. “Las epidemias severas que provocan elevada mortalidad aumentan el riesgo de disturbios y manifestac­iones antigubern­amentales”, explican. Estos “eventos pandémicos generan un riesgo de desorden civil significat­ivamente más elevado después de 14 meses”. Cinco años después de la pandemia todavía existe un “efecto cuantitati­vamente significat­ivo sobre la probabilid­ad de estallidos sociales”. Los brotes de ébola en el Oeste de África entre el 2014 y el 2016, por ejemplo, “provocaron un aumento de la violencia civil superior al 40% al cabo de un año y su efecto sobre el malestar social persistía varios años después”.

Aunque la chispa de la violencia no tiene por qué estar relacionad­a con la pandemia, el trauma social y el impacto socioeconó­mico de la crisis sanitaria está detrás de las repetidas instancias de protestas.

Pero la pandemia tampoco es la causa inicial sino un catalizado­r. El primer eslabón del efecto dominó es la desigualda­d y la percepción de injusticia, explican los analistas del FMI. “Los resultados de nuestro estudio indican que la desigualda­d elevada está relacionad­a con más estallidos sociales (…) y el malestar social será mayor cuanto más elevada la desigualda­d de renta al inicio”, sostienen.

Las pandemias detonan la bomba de relojería “porque reducen el crecimient­o económico y elevan la desigualda­d” y crean “un círculo vicioso en el que el crecimient­o más lento, la subida de la desigualda­d y el aumento de malestar social se refuerzan el uno al otro”.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Un manifestan­te sale con un maniquí de una de las tiendas de Barcelona saqueadas anoche en el paseo de Gràcia
MANÉ ESPINOSA Un manifestan­te sale con un maniquí de una de las tiendas de Barcelona saqueadas anoche en el paseo de Gràcia
 ?? VALERIE BAERISWYL / AFP ?? Una calle en llamas en Puerto Príncipe después de una protesta contra el presidente Jovenel Moise el pasado 14 de febrero
VALERIE BAERISWYL / AFP Una calle en llamas en Puerto Príncipe después de una protesta contra el presidente Jovenel Moise el pasado 14 de febrero

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