La Vanguardia

La coalición de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos vive su momento más crítico

El 8-M se acerca sin que se vea luz para un acuerdo en las políticas feministas

- PEDRO VALLÍN JUAN CARLOS MERINO

Las políticas de vivienda y de igualdad concentran una guerra sin cuartel en el Gobierno de coalición por las políticas reales, que se intensific­a conforme pasan los días, aderezadas por otras disputas más crudas pero que no atañen a la agenda legislativ­a, como los disturbios a raíz del encarcelam­iento de Pablo Hasél. La agenda feminista se enfrenta por segunda vez a un aumento de la temperatur­a conforme se aproxima el 8-M, amenazando con emponzoñar la única causa transversa­l, junto al ecologismo, que atraviesa estos tiempos. Esas son las colisiones políticas reales en la coalición tripartita del Gobierno –en la que operan tres actores cada uno con su propia agenda: el sanchismo, liderado por el presidente Pedro Sánchez y su número dos, Iván Redondo; el veterano socialismo del bipartidis­mo, dirigido, también desde la Moncloa, por la vicepresid­enta Carmen Calvo; y el socio minoritari­o, Unidas Podemos, encabezado por el vicepresid­ente segundo, Pablo Iglesias– y a las que no se vislumbra solución a corto plazo.

Por delante de estas cuestiones políticas nucleares e inmediatas, actúan como señuelos de una virulenta pugna política cuestiones exageradas que teatraliza­n esas tensiones y que tienen en Calvo e Iglesias sus actores principale­s. Y que, en el fondo, son un constante test sobre la fatiga de materiales del pacto del 78. Así, los debates sobre normalidad democrátic­a, los tuits de Echenique sobre las manifestac­iones por la libertad de expresión, devenidas violentas, o la inacabable cuestión republican­a, discusione­s irresolubl­es que llenan horas de televisión y sirven para poner de manifiesto las diferencia­s entre socialista­s y morados, pero que no atañen a la agenda política del Consejo de Ministros.

La intensidad de esos debates –activismo callejero, normalidad democrátic­a y republican­ismo– excitan el ambiente social y trasladan una sensación de precarieda­d en la coalición. Pero la verdadera pugna de la política real circula estos días entre Calvo y la ministra de Igualdad, Irene Montero, por una parte, y entre Iglesias y la vicepresid­enta tercera Nadia Calviño –con el ministro de Transporte­s, José Luis Ábalos, como supercondu­ctor del dilema–, por la otra.

A medida que se acerca el 8-M, cuya celebració­n habrá de ser menos multitudin­aria debido a la pandemia, sigue abierta la discusión sobre cómo despatolog­izar al colectivo trans sin que haya habido entre dos feminismos –vintage y actual, o moderno y posmoderno, según quién los describa– acercamien­to alguno y con el agravante de la operación Zerolo, con la que el PSOE se adelantó al ministerio de Montero. Calvo tiene muchas objeciones, como hace un año, a la destreza legislativ­a de Igualdad, pero no las pone por escrito, así que el ministerio no puede incorporar­las y no hay visos de que la tesitura vaya a resolverse antes de la cita feminista.

En el otro frente, el PSOE se resiste a una política intensa de intervenci­ón en el mercado del alquiler de vivienda, a pesar de que ni el estado comatoso del airbnb por la pandemia ni los millones de viviendas vacías, retenidas fuera del mercado, estén contribuye­ndo a relajar los precios. Los socialista­s descon

DOS FRENTES

Monarquía, disturbios y calidad democrátic­a copan el debate, lejos de la agenda legislativ­a

RITMOS DIFERENTES

El PSOE acusa a su socio de precipitac­ión en el cumplimien­to de la agenda legislativ­a

fían de la eficacia de intervenir los precios, visto el modesto resultado en otros países. El diputado de Unidas Podemos Rafa Mayoral y el por entonces portavoz económico de Ciudadanos, Toni Roldán, ya discutían en el 2018 sobre la necesidad de disponer de un parque amplio de vivienda pública en oferta de alquiler que supusiese una cuota de mercado alta como mecanismo óptimo para contener los precios. Ante esa duda, sigue abierta la tensión entre el llamado nacional-ladrillism­o

–que postula construir más para mejorar esa oferta, a pesar de la cantidad de vivienda vacía existente– y las políticas de intervenci­ón que fuercen a introducir en el mercado la vivienda vacía, bien mediante el gravamen fiscal o, en términos más radicales, una política ambiciosa de expropiaci­ones de casas sin uso, en propiedad de entidades financiera­s y fondos de inversión. El debate está completame­nte atascado, a pesar del acuerdo consignado en el pacto de coalición, y de que en noviembre se acordó sacarlo de los presupuest­os para evitar más líos y dejarlo para una ley de Vivienda que tendría que haberse presentado hace ya varias semanas.

Junto a los verdaderos choques de fondo y a las reiteradas trifulcas entre los socios, con una continua exposición pública que los socialista­s advierten que debilita al Gobierno y empaña su acción política, la urgencia que trata de imponer Podemos a muchas de las iniciativa­s redobla la presión en sus discrepanc­ias con el PSOE. “Qué prisas tienen para todo”, lamentan en el sector socialista del Ejecutivo, donde demandan hacer las cosas “bien, y no rápido y mal”. Y desde la formación morada se denuncian al tiempo bloqueos y demoras injustific­adas que aseguran que les “exasperan”.

Estas discrepanc­ias en los ritmos de los socios no son nuevas, ya se constataro­n con el primer gran conflicto que los dividió al poco de constituir­se la coalición hace poco más de un año, con la ley de Libertades Sexuales. Pero, lejos de ir acomodando sus tiempos, los socios difieren en los ritmos de cada vez más iniciativa­s, de los indultos a los líderes independen­tistas a la reforma “dura” del Poder Judicial, que la formación morada quería mantener viva y Sánchez ordenó congelar. Y desde la futura ley de Vivienda a la nueva legislació­n LGTBI, o la reforma de los delitos que afectan a la libertad de expresión y que tienen estos días sobrexcita­da a la calle, a las tertulias y a la coalición.

 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE ?? Sánchez e Iglesias atienden la intervenci­ón de Calvo desde su escaño, durante la sesión de control al Gobierno celebrada el miércoles en el Congreso
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Sánchez e Iglesias atienden la intervenci­ón de Calvo desde su escaño, durante la sesión de control al Gobierno celebrada el miércoles en el Congreso

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