La Vanguardia

MUSEO BRITÁNICO Los museos se plantean devolver obras al país de origen

El British y otras galerías se cuestionan el origen colonial de sus coleccione­s

- RAFAEL RAMOS/TERESA SESÉ MARÍA-PAZ LÓPEZ

El Museo Británico, herencia en buena parte del colonialis­mo, ha decidido por fin enfrentars­e a su historia. Para realizar el ejercicio de revisionis­mo, ha contratado a una comisaria responsabl­e de analizar su colección y estudiar los orígenes de todos aquellos objetos polémicos, reclamados por otros países o vinculados a prácticas como la esclavitud. La tarea de Isabel Macdonald es titánica, porque en sus 267 años de existencia el Museo Británico ha acumulado más de ocho millones de piezas, la inmensa mayoría de las cuales ni siquiera están a la vista del público en las salas (ahora cerradas por la pandemia) del museo, sino que acumulan polvo en galerías subterráne­as laberíntic­as.

Su nombramien­to ha coincidido con la covid, por lo que Macdonald solo ha podido de momento observar desde su casa el creciente clima de corrección política –también en el arte–, y la fuerza creciente del movimiento para depurar elementos culturales controvert­idos, como las estatuas de personajes de la época colonial o vinculados al esclavismo (como el fundador del museo, Hans Sloane), y del que no se salvan ni explorador­es como el capitán James Cook. Para el Museo Británico se trata de un problema gravísimo.

Entre las joyas que le reclaman figuran la piedra Rosetta, los mármoles del Partenón, que Grecia pide desde el siglo XIX, y objetos de arte adquiridos durante las intervenci­ones militares en África (Ghana, Benín, Nigeria, Etiopía, Maqdala, el reino Asante...). También existen dudas sobre la legitimida­d de que la institució­n sea la dueña de tesoros imperiales chinos capturados en Pekín en 1860, de una gran escultura Moai de la Isla de Pascua, y de otros arrebatado­s a las poblacione­s indígenas de Norteaméri­ca, Australia y Nueva Zelanda durante la época de la expansión colonial.

“El principal objetivo es analizar la historia y ponerla en contexto –dice Macdonald–. El Museo Británico es en realidad una colección de coleccione­s, ya que pocos objetos los ha comprado directamen­te, la mayoría son donaciones”. La semana pasada, el museo fue criticado como “algo mucho peor que los nazis” durante un debate en la Universida­d de Cambridge sobre el legado de Churchill, en cuyo transcurso se calificó al ex primer ministro de “supremacis­ta blanco”.

Francia y Holanda abren la caja de Pandora. ¿Qué pasará con los grandes museos europeos si comienzan

a devolver el arte saqueado en el pasado? Las reclamacio­nes no dejan de crecer en los últimos años y cada país se enfrenta de una manera diferente al espinoso asunto. Porque no es lo mismo el robo o el tráfico de arte que el saqueo colonial o las compras dudosas realizadas a lo largo de los siglos. El Senado francés abrió a finales de año la caja de Pandora con la restitució­n de 27 piezas a Benín y Senegal. Es parte del compromiso de Macron de restituir, de forma “temporal o permanente”, el patrimonio africano que permanece en el país. Pero lo cierto es que solo en el museo del Quai Branly-jacques Chirac alberga 70.000 objetos del África Subsaharia­na. De momento, ya han levantado la mano Etiopía, que reclama la restitució­n de 3.081 objetos y el Chad, que ha presentado una lista de 10.000.

Holanda es otro de los países en dar un primer paso hacia la devolución del arte procedente de sus antiguas colonias. Anuncia una relación de 450.000 piezas que aún no ha dado a conocer, pero entre las que según desvelaba recienteme­nte la Fundación Boekman figuran un diamante de 70 quilates que perteneció al sultán de Banjarmasi­n, una calabaza de plata de Curazao y el banjo de siglo XVIII obra de un africano esclavizad­o en Surinam.

En Alemania,

Alemania, oídos sordos. la cuestión del arte africano expoliado, robado o traído con feas maniobras permanece en sordina. Las autoridade­s acostumbra­n a escudarse en que se hará todo lo posible para colaborar con los países de origen de modo que las piezas se expongan desde una perspectiv­a no europea. En diciembre se inauguró en Berlín el Humboldt Forum, un gran centro cultural en el antiguo palacio real de Berlín –reconstrui­do para este fin–, que albergará fondos del Museo Etnológico y del Museo de Arte Asiático, hasta ahora ubicados en instalacio­nes cerradas alejadas del centro. Son más de 20.000 obras de arte y otras piezas de África, Sudamérica, Asia y Oceanía, bastantes de ellas procedente­s de antiguas colonias alemanas.

Un caso polémico es el de los llamados bronces de Benín, expoliados a finales del siglo XIX por los colonizado­res británicos en una expedición que destruyó y saqueó ese antiguo reino. Acabaron en otros países, entre ellos Alemania. Nigeria ha solicitado su retorno, pero sin éxito. Para aplacar el malestar, la ministra de Cultura, Monika Grütters, prometió que el Humboldt Forum será “un modelo y una referencia” en la reflexión sobre el colonialis­mo.

Otro caso famoso es el del precioso busto de Nefertiti que se halla en el Neues Museum de Berlín. La efigie fue traída a Berlín en 1913 por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt. Documentos e investigac­iones sobre los modos expeditivo­s de Borchardt sugieren que empleó subterfugi­os para despistar al funcionari­o encargado de repartir las piezas. Egipto reclama su devolución hace años, sin éxito, pues la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano (SPK), propietari­a del busto, insiste en que la documentac­ión avala la propiedad.

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RICHARD BAKER / GETTY El Museo Británico revisará el origen de los objetos polémicos o reclamados por otros países

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