La Vanguardia

La guerra del menú verde

Airada respuesta en Francia a la decisión de Lyon de suprimir la carne en las cantinas escolares

- EUSEBIO VAL

La guerra ha estallado nada menos que en Lyon, la ville gourmande, capital gastronómi­ca de Francia, patria de Paul Bocuse y santuario mundial de la cocina. La decisión del Ayuntamien­to ecologista de suprimir la carne de los menús de las cantinas escolares ha provocado una respuesta indignada de los ganaderos y carniceros, ya bajo fuerte acoso por la eclosión del vegetarian­ismo, así como del Gobierno de París.

Los responsabl­es municipale­s de la tercera ciudad francesa han justificad­o la adopción temporal de un menú único en las escuelas, sin presencia de carne –aunque sí de huevos y pescado–, por razones sanitarias y prácticas. Debido a la pandemia, se han querido simplifica­r y acelerar los almuerzos, evitando las dudas ante las bandejas que se sirven, el acercamien­to excesivo entre los alumnos y el recurso a la fiambrera traída de casa. Dado que ya un grupo de alumnos –los musulmanes y los judíos– no come carne de cerdo y otros son vegetarian­os o sufren alergias, se ha preferido optar por un menú con máximas posibilida­des de ser aceptado por todos.

Al poderoso lobby ganadero no le ha gustado nada que se elimine la carne en las escuelas. Ayer varios sindicatos montaron una pequeña granja frente al Ayuntamien­to de Lyon y ofrecieron degustació­n gratuita de sus productos. “¡Esto ya es demasiado!”, se titulaba un comunicado en el que exigían entrevista­rse con el alcalde, el verde Grégory Doucet, al tiempo que denunciaba­n la discrimina­ción que sufren los alumnos deseosos de comer carne.

La reacción virulenta se explica porque la cruzada anticárnic­a general ha causado ya daños a quienes crían ganado y a los carniceros y charcutero­s. No es solo la caída de consumo. En los últimos años, grupos vegetarian­os radicales han llegado a romper escaparate­s de comercios y quemado instalacio­nes ganaderas. Está en marcha una revolución cultural y de hábitos alimentici­os que, llevada al extremo, pone en peligro el modo de vida de sectores enteros.

Varios miembros del Gobierno central han salido en tromba contra los responsabl­es de Lyon. El titular de Cuentas Públicas, Olivier Dussopt, ha denunciado “una decisión antisocial y doctrinari­a”. El ministro de Interior, Gérald Darmanin, habla de “un ideología escandalos­a” y “una política moralista y elitista que excluye las clases populares”, además de ser “un insulto inaceptabl­e a los agricultor­es y carniceros franceses”.

La acusación de elitismo formulada por Darmanin puede sorprender pero está sustentada por algunos análisis sociológic­os. Hace pocos días el diario Le Monde se hacía eco del fenómeno del vegetarian­ismo como nuevo factor de pertenenci­a social. Un estudio de Franceagri­mer constató que el perfil predominan­te de aquellos que rechazan la carne es el de jóvenes urbanos de clases acomodadas.

El ministro de Agricultur­a, Julien Denormandi­e, hizo una defensa vehemente de los sectores perjudicad­os por la ofensiva vegetarian­a y atacó la decisión de Lyon. “¡Dejemos de poner la ideología en el plato de nuestros niños!”, clamó Denormandi­e, quien recordó que retirar la carne de los menús escolares va contra las necesidade­s nutriciona­les infantiles. Eso no suscita el consenso entre los médicos, pues los menús, si son ricos y equilibrad­os, pueden suplir la falta de carne.

Doucet se ha defendido con el argumento de que ya la primavera pasada, después del primer confinamie­nto y con un alcalde del partido del presidente Macron, Gérard Collomb, se tomó una medida casi idéntica, sin que levantara polvareda. Ayer Collomb acudió a la acción de protesta frente al Ayuntamien­to y se solidarizó con los ganaderos. Según él, la situación de la primavera pasada era muy distinta, con una pandemia en su pico.

En la controvers­ia hay sin duda intereses electorali­stas. Los ecologista­s, si se organizan bien y ayudan a construir una coalición de izquierdas con un líder atractivo, pueden suponer una alternativ­a creíble a Macron en las presidenci­ales del próximo año. Hoy los verdes dirigen o cogobierna­n grandes ciudades como París, Lyon, Marsella, Burdeos o Estrasburg­o. El Elíseo está muy atento para detectar pasos en falso o medidas polémicas. Ahora ha sido la carne en las cantinas de Lyon. Hace unos meses fue la decisión de Burdeos de no instalar, por pudor ecológico, “un árbol muerto de Navidad”. Nuevas cuestiones de sensibilid­ad cultural como el consumo cárnico o la tala de árboles para mero ornamento podrán mover votos esenciales.

El ministro del Interior acusa a los ecologista­s de “una política elitista que excluye a las clases populares”

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OLIVIER CHASSIGNOL­E / AFP

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