¿Y en España? Silencio ante el tesoro Quimbaya
Pese a ser una de las antiguas potencias europeas con menos arte procedente del expolio, España tampoco está libre de reclamaciones. Desde el 2017, Colombia solicita la restitución del tesoro Quimbaya, un grupo de 122 objetos precolombinos expuestos en el Museo de América de Madrid. Las piezas de oro de la cultura quimbaya fueron un regalo del entonces presidente Carlos Holguín a la reina María Cristina en 1893, pero la Corte Constitucional del país sudamericano argumenta que se trata de un obsequio ilegal ya que el tesoro se compró con dinero del Estado y fue regalado a España sin pedir permiso al Congreso. Pese a las demandas de este diario, ni en el Ministerio de Cultura ni en el Museo de América aclararon su postura ante la demanda. Una de las colecciones más importantes de arte colonial que existen en España se encuentra en el Museo Etnològic i de Cultures del Món, que atesora 72.000 piezas. De momento no consta ninguna reclamación. Y tampoco se la espera. “A diferencia del origen de las colecciones de otros museos, las obras no son fruto de la rapiña sino que fueron adquiridas legalmente en diferentes partes del mundo mediante campañas y expediciones lideradas por August Panyella a partir de los años cincuenta”, señala Oriol Pascual,
responsable de programas públicos. En sus fondos, también figuran piezas más problemáticas reunidas por prohombres catalanes en las antiguas colonias, Guinea, Ecuador y Perú, o procedentes de la Exposición General de Filipinas, celebrada en 1887 en Madrid, donde incluso había un zoo humano. “Es un tema complejo –admite Pascual– porque aunque compradas legalmente y perfectamente documentadas, no son transacciones igualitarias sino que se hacen en unas condiciones de superioridad: como si fueran baratijas que luego ponemos en el interior de unas vitrinas y les damos categoría de arte”.
“Este tipo de colecciones –añade– estaban basadas en el concepto de lo exótico, aquello que servía para reforzar nuestra posición ideológica en el mundo y nuestra superioridad como europeos, mostrando lo diferentes que eran los otros”. Hoy, en cambio, “deberían servirnos para revisar nuestro pasado y para armarnos de argumentos para descolonizar nuestras mentes”. Entre las piezas que alberga el museo barcelonés figura uno de los delicados bronces de Benín (existen más de 1.000, de los que solo 50 permanecen en su lugar de origen) por los que Nigeria viene batallando desde los años sesenta del siglo pasado.