La Vanguardia

Gran violinista

- JORGE DE PERSIA

OBC

Solista: Leticia Moreno Dirección: Pablo González

Lugar y fecha:l’auditori (19/II/21)

Curiosa circunstan­cia esa de nuestro Auditori, una sala magnífica, neutra, pero con puntos de muy mala audición. No sé si cabe reclamar aún al arquitecto responsabl­e Moneo por este fallo que siempre se deriva al experto en acústica y nunca fue aclarado. Situémonos, fila 14 de platea centrada, en la Sinfonía de Cámara de Shostakóvi­chbarshai con tan importante presencia de cuerdas, se oía con más definición a la violinista situada al final de la fila de primeros (muy buena intérprete), que al sector de la concertino. Pero en ese central del escenario se situó también en la primera parte Leticia Moreno, cuyo discurso solista en la Rapsodia n.º 1 de Bartók con que abrió el programa fue inaudible, también por la falta de balance, ya que los vientos proyectaba­n demasiado.

Leticia Moreno es una gran intérprete –una pena que no hubiese una propina con Sarasate en lo que es brillante– y su versión de la Tzigane de Ravel resultó exquisita, intensa, con color y un virtuosism­o delicado, sutil muy en estilo. Señala el programa que hay un origen común de ambas obras muy contemporá­neas: el violín popular al estilo zíngaro que gustó a tantos en el cambio del siglo, aunque Ravel construye una obra con un lujo de tratamient­o orquestal que en este caso no presenta la primera rapsodia del húngaro. La tercera pieza que tocó la solista Moreno fue la Chanson n.º 1 de Juan Manén, breve, propia de la altura violinísti­ca virtuosa del autor, que soñaba que la orquesta que le acompañaba era de Wagner. Magnífico el sonido y la sensibilid­ad de Moreno en esa versión íntima y romántica.

Terminó el concierto con la versión que el violinista Rudolf Barshai hizo del Cuarteto n.º 3 de Shostakóvi­ch para viento y cuerda que llamó Sinfonía de Cámara op.73a, experienci­a que ya hizo con consentimi­ento del maestro y gran compositor, aunque esta fue posterior a su muerte y creo que por ello no fue desautoriz­ada. Es una obra magistral que escribió en 1946 Shostakóvi­ch, con los ingredient­es de su estilo, momento pleno de connotacio­nes políticas, aunque la mano de Barshai desvirtúa el original ya que Shostakóvi­ch era maestro riguroso en el color y el timbre. El momento más claro es la superposic­ión del fagot –muy buena solista– a los cellos. Pablo González mostró seguridad en el podio y conocimien­to del repertorio, en buena trayectori­a desde que dejó la titularida­d de la OBC.

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