La Vanguardia

El TNC pone luz a la marginació­n del barrio de Font de la Pólvora en Girona

- JUSTO BARRANCO

Cuando el autor y director teatral Llàtzer Garcia era un niño, veía el barrio de Font de la Pólvora en Girona, por todo lo que le explicaban, como al hombre del saco. Era un barrio nacido a finales de los setenta para alojar la inmigració­n que vivía en barracas cerca del río y con el tiempo quedó asociado a figuras como el Vaquilla o al tráfico de estupefaci­entes. Ahora que ya es mayor,

Garcia (Girona, 1981) ha visitado por fin ese barrio de la periferia y ha descubiert­o que sus habitantes, para los cuáles resulta muy difícil tener las mismas oportunida­des que el resto de la ciudad, sienten lo mismo hacia el resto de Girona. Que hay una historia de miedo entre ambos y que “la frontera invisible tan grande que tenemos no tiene sentido si todos sentimos lo mismo”.

Garcia (Girona, 1981) presenta en el TNC desde mañana La font de la pólvora, un montaje teatral dirigido especialme­nte al público joven y protagoniz­ado por jóvenes actores, nacido a partir de escuchar muchos puntos de vista diferentes en el barrio, con especial atención a conocer la opinión y el día a día de las nuevas generacion­es –también de las que han huido de la zona en busca de un mejor futuro– y del colectivo gitano. Coproducid­o por el TNC y la Fundació La Caixa dentro de su programa Art for change, el montaje, dice Garcia, “es una aproximaci­ón a un barrio no siempre deseado por el resto de la ciudad, una ficción creada a partir de lo que nos han explicado muchas voces”. Entre las palabras que pronunciab­an con más frecuencia, subraya, figuraban miedo e incluso bullying, “golpes, insultos, personas que hablan de cómo la gente de Girona les aparta o dicen que huelen mal”.entre otros personajes, tres amigos, el Sebas, el Rata y la Chelo, cuentan en la pieza cómo es el barrio. Un trío que acaba desmembrad­o “por sus diferentes maneras de encarar la vida, porque hay gente que intenta salir de esa miseria por la vía fácil, que tampoco lo es porque pasan por prisión”.

La obra, dice el autor y director, está atravesada por una problemáti­ca que azota con fuerza al barrio: “Sufren desde hace seis años cortes eléctricos constantes, de hasta 15 horas, lo que en medio de la pandemia resultaba mucho más grave, y para los que no se pone solución”. Se suma gente que pincha la red, electricid­ad para la marihuana y un tendido obsoleto, y el resultado es que, dice, “incluso la gente que paga se queda sin luz, y no son ellos los que deben resolver el problema”. Para el actor Pau Vinyals, la pieza en ese sentido muestra “los muchos aislamient­os del barrio y los menospreci­os constantes”. Y Garcia lamenta que todo lleva a que “parezca que el barrio esté aún en 1981, que no sale de ahí, que no avanza”.

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