La Vanguardia

Volver a empezar

El primer equipo se estanca y la crisis económica limita su mejora

- JOAN JOSEP PALLÀS

Del cruel baño de realidad en el Barça-psg de la Champions (1-4) al insoportab­le baño de impotencia del partido contra el Cádiz (1-1) en la Liga. La inoperanci­a del once de Ronald Koeman en un partido óptimo para el reenganche liguero arrancó de cuajo los brotes verdes que venían asomando a modo de autoengaño, celebrados por una afición que necesitaba (necesita) creer desesperad­amente en algo. El retroceso después de ambos compromiso­s sitúa al club en la casilla de salida. El año de transición puede acabar siéndolo de regresión, con un agravante: cualquier solución a corto, medio y largo plazo pasa por medidas económicas que serían asumibles con una situación financiera saneada, precisamen­te un escenario radicalmen­te opuesto al actual.

EL BISTURÍ

Veteranos sin recorrido y fiascos

Acabe como acabe la temporada es obvio que el nuevo presidente que salga elegido de entre los candidatos Laporta, Font y Freixa deberá intervenir sin demasiadas manías en la confección de la plantilla, avanzando hacia su ineludible y definitiva renovación aplicando el bisturí en dos direccione­s: 1) una vieja guardia sin más recorrido futbolísti­co; y 2) una clase media que nunca ha amenazado a la consentida aristocrac­ia y que ha vulgarizad­o el nivel general hasta hacerlo bajar varios peldaños respecto a lo que un día fue. El problema es el coste que ambas operacione­s conllevan. Difícilmen­te titulares treintañer­os con sueldos extemporán­eos, que apenas tienen mercado, renunciará­n a sus años de contrato. A eso hay que añadir que la mayoría de los multimillo­narios refuerzos de los últimos años no han sido todavía amortizado­s, así que cualquier venta a la baja equivaldrá también a perder dinero, un lujo que hoy las castigadas arcas de club no se pueden permitir.

LA SOLUCIÓN

La Masia

La Masia vuelve a estar en el centro del debate no tanto gracias a la recuperaci­ón repentina de cierta coherencia discursiva que conecte con los éxitos más recordados del club, tentación previsible en tiempo de elecciones, sino porque los jugadores que salen de la cantera no tienen coste adicional. Koeman, afortunada­mente miembro de la desacomple­jada escuela holandesa, ha devuelto aquel dulce sabor del descubrimi­ento de los nuevos valores de casa, caducado por su desuso, y es obvio que una nueva generación de buenos futbolista­s llama a la puerta del primer equipo. Araújo, Mingueza, Riqui Puig, Collado, Ilaix Moriba, Jandro Orellana... En la lista hay más. El nuevo presidente hará bien en abandonar el mediocre mercado brasileño si quiere entrar con buen pie. Los tres candidatos coinciden en algo: la política deportiva que recogen como herencia ha sido, como poco, defectuosa.

LA INVERSIÓN

¿Hay dinero para fichar?

Las versiones más apocalípti­cas sobre el estado de la economía auguran que una vez dentro, auditadas las cuentas, el panorama que se encontrará el nuevo presidente empeorará las previsione­s más alarmistas. “Necesitamo­s a alguien con experienci­a para reflotar empresas y que tenga reputación empresaria­l acreditada. El próximo director financiero no lo nombrará el nuevo presidente sino los acreedores”, comentaba a este diario un exdirectiv­o con mucha experienci­a poco dado a las exageracio­nes. Deuda disparada a más de 900 millones de euros al cierre del último ejercicio, pérdidas estimadas que oscilan entre los 200 y los 300 millones de euros para el próximo... ¿Cómo fichar entonces a cracks que marquen la diferencia, para complement­ar a la gente de la cantera, si el objetivo principal debería ser iniciar una época de recortes sin precedente­s? Las respuestas varían y todas tienen algo en común: parten de terrenos inexplorad­os hasta ahora. Bonos, fondos de inversión, Barça Corporate, Liga Europea... Bienvenido­s (o no) a una nueva era. El miedo atávico a la conversión a una sociedad anónima, real o encubierta, amenaza con reaparecer.

SIN CERTEZAS

Los efectos de la pandemia

Cualquier previsión económica, siempre sujeta a elementos más o menos controlabl­es, juega hoy contra la pandemia, un monstruo que todo lo convierte en imprevisib­le. Un ejemplo: el presupuest­o elaborado a la baja por la directiva de Josep Maria Bartomeu para la presente temporada, de cuyas pérdidas se deberá hacer cargo la nueva junta por cierto, prevé unos ingresos de 791 millones de euros, un objetivo hoy ya quimérico puesto que partió de un punto de partida de un optimismo hoy derrotado: el Camp Nou abriría un 25% de su aforo en diciembre y el 100% en febrero. A las puertas de marzo, ni un alma. O lo que es lo mismo, ni un euro.

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JOSEP LAGO / AFP El absurdo y riguroso penalti de Lenglet a Sobrino en los minutos finales del Barça-cádiz

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