PLÁSTICOS SÍ, PERO MÁS SOSTENIBLES
La acumulación de plásticos en vertederos y en la naturaleza es insostenible y aunque se ha avanzado mucho en su reciclaje, sigue siendo un problema medioambiental. Un plástico tarda entre 500 y 800 años en degradarse, 80 en el caso del ácido poliláctico (PLA), un termoplástico biodegradable que puede hacerse a base de recursos renovables y que se usa sobre todo en la impresión 3D. Para avanzar en el reciclaje de este tipo de polímeros, Alba Martínez, estudiante del grado en Ingeniería Química de la Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual de Terrassa (ESEIAAT) de la UPC, ha creado un nuevo protocolo de reciclaje del PLA para valorizar los residuos obteniendo un nuevo producto llamado CELLPLA composite. Su método permite alargar la vida útil del material reintroduciéndolo en la economía circular.
“El problema que tenemos con los plásticos es que no sabemos qué hacer con ellos. El reciclaje, en realidad, no es muy eficiente porque se necesita mucho plástico nuevo para poder hacer un producto”, explica Alba Martínez. Y es que, en estos momentos, sólo se puede usar un 30% de producto reciclado porque, de lo contrario, no tiene la suficiente calidad. “Actualmente, la filosofía del reciclaje de plásticos es triturar, lavar y fundir por temperatura. Si entras en el mundo más técnico, ves que este plástico reciclado no se puede mezclar bien realmente. Puedes fundirlo y quedará unido físicamente, pero te queda una unión débil porque no es química y por este motivo el producto resultante tiene peor calidad”, razona Martínez.
Por este motivo, para su trabajo de fin de grado dirigido por el profesor Manel Lis, “empecé a indagar con bioplásticos y vi que el PLA necesita 80 años para degradarse a diferencia de los plásticos tradicionales que tardan diez veces más. Pensé en cómo podríamos usar ese material con un ciclo de vida más corto y utilizarlo muchas más veces para que, al final, quedara un producto realmente biodegradado pero muy utilizado”, explica Martínez.
Modificación química
“Con mi tutor, Manel Lis, empezamos a trabajar y pensamos que podíamos hacer una modificación química del plástico sobrante de las impresoras 3D que utilizan PLA. Hicimos un tratamiento con ozono y con enzimas y modificamos las cadenas para no solo unirlas por temperatura sino para hacerlas reaccionar con celulosa, de modo que conseguimos tener una unión química entre estos dos materiales”, relata Martínez. “Yo usé celulosa, pero podría haber usado PLA nuevo o viejo”, añade. “La novedad del proyecto, y por esto quedé finalista de los premios Expoquimia 2020, es que es posible otra forma de reciclar los plásticos y que si se investigara más se podría ir más lejos”.
El caso es que nadie había pensado en modificar las cadenas de polímeros. “Sí se han utilizado productos químicos para degradar las cadenas poliméricas, pero para ir hacia atrás intentando obtener el monómero original y reutilizarlo”, explica Martínez. Hemos ido de un extremo al otro, reciclar mediante tratamiento mecánico o degradar el plástico completamente. Nadie ha pensado que modificando y creando algunos grupos funcionales en la cadena, podríamos tener un componente nuevo, como el que conseguimos nosotros”.
Martínez reconoce que, de momento, no se ha planteado emprender con este proyecto todavía: “Ahora mismo trabajo en una empresa de bioplásticos y necesito un poco de experiencia. Hay mucho por descubrir y todo es muy nuevo. Veo que hay propuestas que no saldrán adelante, porque el tema biodegradable está de moda, pero el objetivo es que sea útil a la industria y eficiente ecológicamente”, concluye.
“El reciclaje no es muy eficiente porque se necesita mucho plástico nuevo para poder hacer un producto”