Macron visita a unos ganaderos en plena polémica del menú sin carne
El presidente denuncia la demagogia en la transición ecológica de la agricultura
Emmanuel Macron visitó ayer una explotación ganadera en la región de Borgoña y se fotografió con ovejas y cerdos. El gesto del presidente francés no pasó desapercibido en plena polémica nacional por la decisión del Ayuntamiento de Lyon, dirigido por los ecologistas, de ofrecer en las cantinas escolares un solo menú sin carne.
El jefe de Estado no hizo una alusión expresa a la controversia de Lyon –seguramente por temor a perder votos entre los vegetarianos–, aunque sí efectuó un comentario indirecto bastante elocuente. Macron animó a agricultores y ganaderos a “continuar en un modelo completo”, para “alimentar bien” a los franceses, que incluya la producción de calidad de todo tipo, desde las leguminosas a la carne. Al mismo tiempo advirtió que la transición ecológica no puede hacerse “sobre la base de invectivas, de prohibiciones y de demagogia”.
La intervención de Macron fue mucho más moderada que la de algunos de sus ministros, como el de Interior, Gérald Darmanin, o el de Agricultura, Julien Denormandie, quienes atacaron de modo casi insultante a los responsables municipales de Lyon, acusándoles de comportamiento sectario, de elitismo social y de ofrecer a los niños una dieta nutricional aberrante. La única voz discordante en el Ejecutivo fue la de la ministra para la Transición Ecológica, Barbara Pompili, quien estimó que un buen menú sin carne puede ser también muy equilibrado y nutritivo.
El alcalde de Lyon, Grégory Doucet, defendió de nuevo la medida, que fue justificada en un principio, con argumentos un tanto alambicados, por la necesidad de agilizar los almuerzos en plena pandemia y de ofrecer un menú aceptable para la mayoría de alumnos. Grégory admitió ayer por primera vez que sí existe un objetivo a largo plazo de reducir gradualmente la carne de los menús escolares, por razones de salud y ecológicas.
Macron se desplazó a Borgoña para compensar la no celebración, por culpa de la pandemia, del Salón Internacional de la Agricultura de París, una cita anual muy importante e ineludible para cualquier político con aspiraciones. Durante las últimas ediciones de la feria, Macron permaneció hasta más de doce horas en el recinto, hablando con los expositores, retratándose con animales de granja y degustando productos de la tierra.
Durante su visita a Borgoña, el presidente publicó varios tuits en los que elogió la granja familiar que
El mandatario francés, con fama de urbanita, intenta congraciarse con el campo y defiende la caza
pudo recorrer, una explotación que está ya en la séptima generación y en la cual se producen cereales y se crían ovejas, cerdos y caballos. “Es un ejemplo formidable de lo que los agricultores son capaces de lograr –destacó Macron–. Orgullo francés”. El presidente hizo un llamamiento al consumo de proximidad, para favorecer a los productores nacionales. Durante la pandemia, se ha hecho aún más evidente que nunca lo esencial de la soberanía alimentaria, y de ahí que el Gobierno bloqueara hace poco la compra de una gran cadena de supermercados por un consorcio canadiense.
El sector agropecuario, fuertemente subvencionado y hoy con graves problemas, siempre ha sido mimado por los políticos franceses. Macron se esfuerza especialmente en este terreno porque es consciente de que tiene una imagen demasiado sofisticada y urbanita. Él, por ejemplo, nunca ha sido alcalde, cargo muy apreciado y que suele funcionar como trampolín. Aunque es de Amiens, Macron se inició en política directamente en París, tras una carrera como banquero. Fue un alto cargo en el Elíseo, con el socialista François Hollande de presidente, y luego ministro de Economía. Esa necesidad de congraciarse con el campo lo ha llevado también a defender de manera muy ostentosa la caza. Esta estrategia encaja con la reacción airada del Gobierno a la actitud anticárnica en Lyon.