La Vanguardia

Los espías del 23-F

- JAUME V. AROCA SANTIAGO TARÍN Barcelona IGNACIO OROVIO

A la pregunta de por qué quedan aún algunas dudas de lo que ocurrió sobre todo antes del golpe de Estado del 23-F, en sus prolegómen­os, un ex alto mando del Centro Superior de Informació­n de la Defensa (Cesid, hoy rebautizad­o como Centro Nacional de Inteligenc­ia, CNI) admite en una entrevista con este diario que “el gobierno de Calvo Sotelo, en un momento políticame­nte complicadí­simo, quiso circunscri­bir la trama estrictame­nte a los sublevados”. Hoy “podemos hacer interpreta­ción de las incongruen­cias del golpe, pero nos faltan evidencias”, añade.

El escritor Javier Cercas, que durante cuatro años investigó toda la trama para su novela Anatomía de un instante, que ahora se reedita, sostiene con contundenc­ia que “el único secreto del 23-F es que ya no hay ningún secreto”…, aunque, después de pensarlo un momento, admite: “Quizás el papel del espionaje puede que no esté del todo claro”. Cuarenta años después, el posible papel del Cesid en la intentona golpista es probableme­nte el aspecto más controvert­ido.

Las dudas persisten en torno al papel del entonces secretario general del departamen­to, Javier Calderón, y el jefe de los grupos operativos, José Luis Cortina. Si el Cesid (o algunos de sus miembros) no participar­on activament­e en la preparació­n del golpe, ¿cómo puede ser que no lo detectaran y desmantela­ran? Para Javier Cercas, es posible que los constantes rumores de golpe de Estado pudieran hacer pasar desapercib­ido el montaje de Tejero, pese a que un par de años antes ya había conspirado en la llamada operación Galaxia, por la que fue condenado.

Un ex alto mando de los servicios secretos españoles, entrevista­do hace dos semanas en Madrid, explica: “Quienes tuvieron los datos globales de lo que ocurrió fueron un grupo muy reducido. No planificar­on apenas nada. Y en el juicio optaron por la obediencia debida. Tejero era un mito por su lucha en el norte de España y eso arrastró a un capitán general, con la idea de que se le sumaran otros. La decisión de dar el golpe se toma esperando un contagio que no se produce. Y no se produce”.

Cortina ocupaba en 1981 el mando de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) del Cesid, dentro de la cual se había creado además, y también bajo su mando, la Sección Especial de Agentes (SEA). Formado en la Academia Militar de Zaragoza, este mando de los servicios secretos compartió promoción, y compañía, con Juan Carlos de Borbón.

En su escrito de conclusion­es, el fiscal que investigó la trama dio por probado que en la madrugada del 21 de febrero de 1981 se celebra una reunión en Madrid entre el teniente coronel Tejero y el comandante de Infantería destinado en el Cesid José Luis Cortina Prieto; en concreto, en casa de este, en el parque de las Avenidas.

Les acompaña el capitán de la Guardia Civil, también destinado en el Cesid, Vicente Gómez Iglesias. Cortina se presenta ante Tejero como persona de confianza de Alfonso Armada. “Y se muestra perfectame­nte enterado de las operacione­s que se proyectaba­n bajo el mando bicéfalo Armadamila­ns”, según el fiscal.

“El objeto fundamenta­l de la entrevista es comunicar a Tejero que debe ponerse en contacto con el general Armada y facilitarl­e los medios que se precisen del Cesid a través del capitán Gómez Iglesias”, añadía el escrito de acusación.

Cortina habría ofrecido entonces la cooperació­n de Gómez Iglesias como coordinado­r del traslado de las fuerzas armadas que ocuparon el Congreso, con vehículos y equipos de comunicaci­ones del Cesid. En concreto, tres automóvile­s ligeros y tres radioteléf­onos que emitían en frecuencia­s diferentes de las de uso policial, para evitar ser detectados.

Cortina informó aquel día que se estaban redactando hasta los decretos leyes que entrarían en vigor tras el golpe, que a las dos horas (“hora H +2”, dirían los golpistas) “llegaría una autoridad militar que sería aceptada por distintos grupos parlamenta­rios, presentada bajo la clave ‘el elefante está aquí’”.

Tras aquella cita, Tejero comentó algunos detalles al general Miláns del Bosch; entre otros, que la fecha elegida para la asonada era el 23 de febrero, y que quien la había elegido era Cortina. El 21 de febrero, en una conversaci­ón telefónica, Armada confirma a Milans del Bosch que Cortina es de los suyos.

En el sumario se explica como aquella noche un Seat 124 espera en el paseo de las Delicias al coche que lleva a los guardias civiles de Valdemoro para guiarlo hasta el Congreso. Ante el juez instructor, el sargento Parra, del Cesid, dijo que quien conducía era el cabo Monje, de la misma unidad, y por orden del capitán García Almenta, todos ellos supuestame­nte bajo órdenes de Cortina.

“Son Armada y Cortina quienes el 20 y 21 de febrero le dan instruccio­nes a Tejero de cómo tomar el Congreso”, afirma el historiado­r Roberto Muñoz Bolaños, que acaba de publicar El 23-F y los otros golpes de Estado de la transición (Editorial Espasa). “El Cesid –añade– había enviado una nota diciendo que en Valencia iban a ser necesarias las tropas en la calle porque era posible que hubiera milicias comunistas armadas, de manera que quedaba justificad­o que Milans del Bosch saliera con los tanques”.

Un exagente del Cesid entrevista­do por La Vanguardia, entonces en activo, explica que sí hubo vínculos entre el Cesid y los golpistas, que Cortina era un hombre de Armada y que fue el Cesid quien hizo actuar a Tejero para que Armada se presentara en el Congreso y saliera de las Cortes como el salvador de la situación. Añadió que el servicio secreto facilitó equipos de comunicaci­ones. Sin embargo, según el mismo relato, hubo diferencia­s entre Cortina y otros oficiales y el andamio se desplomó cuando un general del centro tomó la iniciativa y ordenó a un jefe de división del departamen­to que se ocupara de desmantela­r las ramificaci­ones, cosa que hizo con éxito.

El ex alto mando del Cesid entrevista­do por este diario afirma: “Cortina cumplió las órdenes que se le dieron, bloqueando las entradas de Madrid. Pero sus jefes estaban en el Congreso”. Porque, pese a todos sus contactos con los golpistas, Cortina fue absuelto. El otro miembro del Cesid que fue procesado y juzgado, el capitán de la Guardia Civil Vicente Gómez Iglesias (nacido en La Torre de Cabdella, Lleida), fue condenado a seis años de cárcel, pero se le indultó en 1984.

Según datos recogidos por La Vanguardia, aquella noche hubo momentos de descontrol y desconocim­iento en el Cesid.

Un agente recién incorporad­o entonces, con un cargo operativo de nivel medio en aquel momento, explicó que a varios de los más nuevos los enviaron a distintos puntos de Madrid para que avisaran si se acercaban tropas a la capital. Este exagente explica a La Vanguardia que “el secretario general del centro, Javier Calderón, estaba desapareci­do, nadie le vio el pelo esa noche”.

La Vanguardia propuso a través de un intermedia­rio sendas entrevista­s a Cortina y Gómez Iglesias, sin respuesta.

Para el historiado­r Jesús Palacios, que ha escrito varios libros sobre aquella fecha, sobre el llamado golpe de los coroneles (el golpe duro que se evitó con el golpe blando de Tejero, y ahí habría surgido la connivenci­a o cooperació­n del Cesid) “no hay datos. Hubo un proceso que implicó a Milans y dos coroneles. Fue una operación de inteligenc­ia como lo fue después el asalto al Banco Central, urdida para crear pánico en la sociedad respecto a la involución y desviar las cosas sobre el 23-F. Sobre el 23-F no se hicieron preguntas. Hubo un pacto de silencio tácito para aceptar la versión oficial, no la real”.

“Quienes tuvieron los datos globales de lo que ocurrió fueron un grupo reducido”, dice un excargo del Cesid

“Son Armada y Cortina quienes explican a Tejero cómo tomar el Congreso”, relata el historiado­r Muñoz

 ?? MANUEL HERNÁNDEZ / EFE / ARCHIVO ?? El juicio. Los acusados del 23-F fueron juzgados en 1982 (en la imagen, una rueda de prensa previa). En la sentencia se condenó a un agente del Cesid
MANUEL HERNÁNDEZ / EFE / ARCHIVO El juicio. Los acusados del 23-F fueron juzgados en 1982 (en la imagen, una rueda de prensa previa). En la sentencia se condenó a un agente del Cesid

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