Elogio a Pablo Casado
Escribir a favor de Pablo Casado es hoy un ejercicio arriesgado porque el líder del PP está consiguiendo que a las críticas feroces que recibe de la izquierda se unan también las plumas de los medios de la derecha de toda la vida. Casado está experimentando el mismo jarabe de palo que recibió Mariano Rajoy cuando trató de templar al PP hacia el centro, aunque ahora su situación es todavía más compleja porque a su derecha tiene la alternativa de Vox.
A muchos les gustaría que el PP actual entrase en una guerra dialéctica con la formación de Santiago Abascal para ver quién de los dos es más auténtico y genuino como baluarte de los valores de la españa eterna, pero Casado hace bien en huir de este debate. Después de su contundente intervención en la moción de censura de Vox, ha enviado varios mensajes claros a favor de situar al PP en una posición más centrada. Su campaña en Catalunya, a pesar de los magros resultados, va en esa línea, y es bueno que sea coherente y la mantenga pese a haber sido derrotado por Vox. La reconstrucción del partido en Catalunya va a ser larga, pero si sabe esperar y mantiene el discurso del diálogo en lugar de la confrontación, puede tener aspiraciones de crecimiento teniendo en cuenta que existe un votante conservador huérfano después de la desaparición completa de CIU.
Viene esto a cuento porque no es fácil en las actuales circunstancias cerrar el pacto que se está ultimando con el Gobierno para la renovación de diversos órganos, como el Poder Judicial, el Constitucional o el Defensor del Pueblo, después de haber alcanzado uno sobre el consejo de RTVE. Lo más fácil sería seguir instalado en la oposición pura y dura, como hizo seguramente en su primera fase al frente del PP, pero la sensatez aconseja, en estos tiempos de pandemia y crisis económica, la búsqueda de acuerdos globales con el Ejecutivo. Y sería fantástico que estos pactos se extendiesen a otros partidos, pero esto ya sería pedir demasiado.
Casado va a ser criticado como lo fue Inés Arrimadas cuando pactó con el gobierno, pero a la larga va a obtener el rédito de la credibilidad. Sin esta voluntad de consenso, ahora que tanto se critica el periodo de la transición, no sé muy bien donde estaría hoy la sociedad española.