La Vanguardia

Hoy ya es mañana

- Clara Sanchis Mira

Aveces sentimos nostalgia de tener menos cosas. De cuando alguien tenía que venir de Cuba si, por ejemplo, querías comerte un mango. El fruto exótico aparecía entre la ropa de su maleta como un deseo de otro mundo. Aquello era casi un bebé, lo sostenías calibrando su peso, la tersura de su piel, su misterio. Casi hablabas con él. Te venía a la cabeza su árbol, medio inventado pero allá en su isla, con un océano en medio. Después la pulpa se deshacía en la boca entre jugos dulces que retenías en la punta de la lengua para no olvidar. A saber cuándo llegaría a tus manos otro mango, la de tiempo que tendría que pasar. Hablo de cuando existía el tiempo.

Mañana, en cambio, si no soy eficaz, caducará mi certificad­o digital, según he visto por el rabillo del ojo en un e-mail alarmante que me llegó hace semanas, con instruccio­nes resbaladiz­as. Ese marciano verificado está a punto de expirar. Lo introdujo en mi portátil, con una especie de truco de magia, una amable funcionari­a. Lo recuerdo porque la escena sucedió en la Real Casa de la Moneda, un sitio pintoresco. Hoy tenemos las horas contadas, y no sé por dónde empezar el proceso de renovación que se me exige. Si me dejase ir, estaría desesperad­a, rodaría por la alfombra. En realidad, casi lo he hecho. Entre un clic y otro, le he pegado un grito a mi gata que no sé cómo puede mirarme a la cara. Las maniobras que debería hacer para no dejar morir al certificad­o, por ejemplo, en el software, superan por completo mis capacidade­s. Con franqueza, no estoy segura de saber lo que es el software, y es tarde para preguntar. Tampoco sé por qué necesito tanto mi certificad­o digital, ni qué vida lleva dentro de este ordenador, qué come o certifica. Pero la idea de perderlo huele a fracaso.

No me da la vida, decimos unas y otras. La cantidad de cosas que se supone que puedes hacer al día es inhumana. Pero ahí están, al alcance de tu mano. La tecnología nos convierte en dioses, eso lo sabe un niño de pecho. Todo es posible, el éxito está a tu alcance. Cualquier clase de éxito. El éxito como globo. El éxito a secas. Está ahí. Cógelo. Chúpalo. Si no lo consigues, eres una inútil. El certificad­o, por ejemplo. El certificad­o te hará libre. Independie­nte, voladora, inmune, fresca, resolutiva, verificada, actual.

Hoy ya es mañana, como siempre. Mi certificad­o ha caducado. DEP. Qué será de mí. Afrontaré el asunto otro día, ahora tengo otras cosas urgentes que resolver. En general, creo que la tecnología me hace infeliz. Y los mangos saben poco.

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