Cuando el sexo se desvanece
El diablo entre las piernas
Dirección: Arturo Ripstein Intérpretes: Silvia Pasquel, Alejandro Suárez, Patricia Reyes Spíndola, Greta Cervantes, Daniel Giménez Cacho Producción: México, 2019. Drama ★★★
“Yo nunca he tenido éxito: lo que he tenido es constancia”, afirma el veterano cineasta mexicano Arturo Ripstein, que en diciembre cumplirá 78 años. Esa constancia a la que alude le ha llevado a filmar más de 60 películas, incluyendo cortometrajes, documentales y episodios televisivos. Con la ayuda en la redacción de los guiones de Paz Alicia Garciadiego, su esposa y colaboradora insustituible. Su debut en el cine fue en 1966 con el atípico western Tiempo de morir, con guion redactado por Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Después filmaría películas tan recordadas como El castillo de la pureza (1972) o adaptaría El coronel no tiene quien le escriba (1999), la novela de García Márquez.
En su diario de rodaje de Profundo carmesí, película rodada en 1996, escribió: “Me gustan los sobrevivientes. Los personajes marginales. Las situaciones y las escenas donde mis criaturas están al final de sus fuerzas. Y siguen y siguen y siguen”. Evidentemente, Ripstein sigue fiel a sus principios: los protagonistas casi absolutos de El diablo entre las piernas son un hombre y una mujer en situación límite. Tanto por su avanzada edad como por sus obsesiones sexuales, acentuadas con el paso de los años y las carencias que producen en ese ámbito. “Nadie manda en la memoria”, suele afirmar el marido; la esposa es muy directa y provocadora: “Estoy vieja y caliente”.
Encerrados en el caserón donde viven sus maltrechas intimidades y al que únicamente acude una joven empleada doméstica, solo la esposa intenta conectarse con la vida real para ir a bailes de tango de salón. Ambos están inmersos en un mundo que se les va de las manos y que Ripstein filma en riguroso blanco y negro, siempre bajo la influencia de su idolatrado Luis Buñuel. Para el autor de Nazarín, Viridiana y El ángel exterminador, “todo deseo tiene un objeto y éste es siempre oscuro”. Una descripción que encaja perfectamente con la película de Ripstein, ajena a los parámetros habituales y que puede entusiasmar o resultar tediosa, todo depende de nuestra receptividad.