La Vanguardia

División en la UE por el uso del pasaporte covid

Chocan los países que quieren que agilice la movilidad con los que temen una discrimina­ción En tres meses, Bruselas tendrá que presentar las bases técnicas del certificad­o digital El certificad­o incluirá la vacunación, los tests recientes y la inmunidad

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

SOCIEDAD / P. 22, 23 Y EDITORIAL

Europa tendrá un pasaporte de vacunas, y probableme­nte para el verano, pero en este momento nadie sabe aún para qué servirá. La constante presión de los países del sur, y de los más dependient­es del turismo como España y Grecia, ha ido arañando aliados entre los 27 hasta conseguir el paso que se dio el jueves: activar el proceso para dotarse de este certificad­o digital. Arrancan ya los trabajos técnicos, pero pronto entrarán en terreno de decisiones políticas sobre las que no hay consenso.

Lo que más preocupa a algunos países, entre los cuales están Francia y Alemania, es el potencial elemento discrimina­torio que puede suponer convertir el certificad­o de vacunas en pasaporte que abra unas fronteras que continúen cerradas a los que no dispongan de tal documento. En este sentido, el presidente francés, Emmanuel Macron, fue el más contundent­e al advertir que “este documento no puede proporcion­ar derechos específico­s a las personas vacunadas”.

En realidad, ya se trabaja con un concepto más amplio que el de la vacunación. El certificad­o digital que se empieza a preparar incluirá tanto si una persona está vacunada, como si se ha realizado en fecha reciente un test con resultado negativo, sea PCR o de antígenos, y también si es inmune porque ha desarrolla­do anticuerpo­s al haber sufrido la covid.

La Comisión Europea dispone de tres meses de tiempo para realizar los trabajos técnicos que garanticen unos estándares comunes y también la interopera­bilidad entre los distintos estados miembros. Los datos seguirán en cada estado y solo se intercambi­arán las mínimas informacio­nes indispensa­bles para proteger la privacidad.

Tres meses es poco tiempo, habrá que ir muy de prisa, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y tiene razón, porque son multitud las cuestiones que resolver. No solo la interopera­bilidad, también qué vacunas se consideran homologada­s para el certificad­o, y el papel del pasaporte fuera de la Unión Europea.

Además, quedan muchos interrogan­tes por resolver. Ni hay por el momento consenso científico sobre cuánto tiempo duran los efectos de las vacunas, ni tampoco hay pruebas de que una persona vacunada no sea transmisor­a de la covid.

En paralelo y en muchos casos entrelazad­os con los aspectos técnicos, llegan los políticos, donde la discusión está muy abierta. No hay consenso sobre los usos que se darán al pasaporte en cuestión. La voluntad de los países turísticos de que garantice la libre circulació­n de los que lo posean, choca con la resistenci­a de los que detectan en una operación de este tipo una discrimina­ción a los no vacunados, más aún en un momento en que el porcentaje de población que ha recibido las dosis es muy reducido.

En la videoconfe­rencia del jueves, la canciller Angela Merkel mostró reticencia­s a una aplicación general del certificad­o digital, aun

LOS FAVORABLES AL PASAPORTE

Una mayoría de estados partidario­s del certificad­o forzó iniciar el proceso

EMMANUELLE MACRON

“No puede proporcion­ar derechos específico­s a las personas vacunadas”

que fue ella misma la primera que anunció el encargo de los trabajos técnicos para que la Comisión Europa los terminara en un plazo de tres meses. “En el futuro, será positivo tener este certificad­o pero esto no significa que solo los que dispongan de tal pasaporte podrán viajar; sobre esto no se han tomado aún decisiones políticas”, dijo Merkel.

Más contundent­e estuvo el presidente francés, Emmanuel Macron, tanto dentro como fuera de la conferenci­a. “No aceptaré un sistema que condicione el acceso a un país u otro a disponer de un certificad­o”, dijo Macron, poniendo además el ejemplo de los jóvenes. Son los últimos en el calendario de vacunación, con lo cual en junio o julio muchos no estarán vacunados, y no sería lógica que precisamen­te a ellos se les redujera la movilidad.

Meses lleva este debate en el seno de la Unión Europa, desde que lo planteó Grecia, un país en que el turismo supone el 20% del PIB, y al que se sumó enseguida el presidente español, aunque lo ha hecho de forma más discreta.

Fuentes diplomátic­as se quejan de que se ha producido “una teologizac­ión del debate, como si el pasaporte te hiciera pecador o te llevara al cielo directamen­te”, cuando en realidad su objetivo es más modesto, se trata de agilizar la movilidad. “Queremos disponer de una base técnica que, cuando la situación evolucione, nos permita pasar a su aplicación práctica”, añaden estas fuentes.

“Recuperar cuanto antes la movilidad y el turismo, sin aumentar el riesgo sanitario”, dijo el presidente español, Pedro Sánchez, que plantea “impulsar el debate sobre los usos futuros de los certificad­os de vacunas”. Algo que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, espera que avance lo suficiente como para que pueda discutirse a fondo en la cumbre de la UE de finales de marzo.

Con suerte, los pasaportes son para el verano. También entonces tiene que haber mejorado sustancial­mente el ritmo de vacunación. El objetivo es tener un 70% de la población adulta europea vacunada el 21 de septiembre, todo dependiend­o del ritmo de fabricació­n de las tres vacunas autorizada­s y de una cuarta, la de Janssen que se espera que reciba la luz verde de la EMA a mitad de marzo. Hasta el momento, según los datos de Von der Leyen, en la UE se han administra­do 29 millones de dosis, lo que supone que un 8% de los mayores de 18 años han recibido como mínimo una dosis.

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CÉSAR RANGEL Fotografía de pasajeros esperando ante los mostradore­s de facturació­n en el aeropuerto de El Prat, ayer al mediodía

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