La Vanguardia

Que los algoritmos no dominen nuestras vidas

- Josep Maria Álvarez Secretario general de la UGT

Leo con estupor opiniones acerca de la llamada ley de riders argumentan­do, bajo la falsa pátina de la “modernidad”, que lo avanzado no es que sean asalariado­s, sino falsos autónomos para los que habría que legislar expresamen­te. Nada más lejos de la modernidad: las plataforma­s son lo más parecido a las antiguas plazas del pueblo de finales del siglo XIX y principios del XX, en las que el señorito repartía a su capricho el trabajo diario entre una legión de braceros. No existe un ejemplo más claro de cómo una innovación tecnológic­a, aplicada sin sustento legislativ­o, y sin sensibilid­ad social, puede convertirs­e en un retroceso laboral y social.

Y realizan estas afirmacion­es asegurando que otros países de nuestro entorno sí son modernos y son referencia en esta materia porque los trabajador­es de esas plataforma­s son autónomos. Falso: hace pocos días hemos conocido que el Tribunal Supremo de Reino Unido ha dicho que la relación entre Uber y sus conductore­s es laboral, y lo mismo ha ocurrido en Italia.

Este modelo económico nos lleva a una plataformi­zación del empleo que supone una grave amenaza para los derechos laborales, además de un verdadero escarnio para las arcas de la Seguridad Social y Hacienda, es decir, para todos los ciudadanos y ciudadanas que pagan sus impuestos y cotizan a la Seguridad Social, mientras subvencion­amos, además, el reparto de comida a domicilio gracias a la tarifa plana de autónomos.

La debacle de los falsos autónomos y los algoritmos de las plataforma­s digitales va más allá del reparto de comida: la limpieza, los cuidados, el diseño gráfico o la arquitectu­ra son algunos otros de los sectores más afectados. En su modelo de negocio, estas plataforma­s y aplicacion­es hacen todo lo que está en su poder para evitar la relación laboral y la firma de un contrato de trabajo.

Este trabajo a demanda, que ha dado a luz al término clickworke­rs, hace que la persona trabajador­a tenga que ir encadenand­o micro-trabajos o pequeños encargos (en alta cantidad, por lo mal pagados que están) para subsistir: todo ello, por supuesto, sin cotización ni derecho a vacaciones, entre otros. Cambian los medios tecnológic­os, pero no el debate de fondo: llevamos toda la vida plantando cara a quienes quieren dotar a la empresa de poder absoluto despojando al trabajador de sus derechos.

La ley Rider que se encuentra en desarrollo en el Ministerio de Trabajo debe ser, por tanto, el comienzo de una mayor operación legal contra esta atomizació­n del trabajo. Desde UGT proponemos una ley de Justicia Algorítmic­a en las Relaciones Laborales que sea capaz de garantizar, para los y las trabajador­as, unos derechos efectivos que actualment­e se encuentran en peligro. No pedimos que los algoritmos no tengan lugar en el mundo laboral, sino que la Inspección de Trabajo pueda ofrecer auditorías para todas las decisiones que afecten a los trabajador­es.

Sabemos que estas empresas seguirán buscando huecos legales para que nada cambie. Ni en protección de datos, ni en negociació­n colectiva, ni en prevención, ni en representa­ción legal: no daremos ni un paso atrás. Hay que blindar, definitiva­mente, los derechos sociales conquistad­os.

Las plataforma­s recuerdan las antiguas plazas de pueblo en las que el señorito repartía a su capricho el trabajo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain