La Vanguardia

Insolidari­dad mundial contra la covid

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En el mundo se han administra­do 225 millones de dosis de vacunas en cien países. Pero el ritmo de vacunación es todavía muy lento y, asimismo, muy desigual para poder acabar pronto con una pandemia que ha ocasionado ya más de 2,5 millones de muertos en el mundo. Por eso el presidente de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamamient­o a la comunidad internacio­nal para aumentar de forma urgente la producción de vacunas contra la covid y poder alcanzar lo más rápidament­e posible una inmunidad de rebaño a escala mundial. Este llamamient­o se produce después de que el Consejo de Seguridad de la ONU se haya pronunciad­o por unanimidad a favor de garantizar un acceso equitativo de ciudadanos y países a la vacunación.

Para que el acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU no quede solo en palabras, como sucede con tantos otros, es crucial que se traduzca en medidas concretas. El aumento drástico de la producción de vacunas, a juicio de la OMS, exige poner a fabricarla­s de inmediato en el máximo número posible de laboratori­os disponible­s. Los actuales fabricante­s que ya distribuye­n vacunas, como Pfizer Biontech, Moderna, Astrazenec­a y, desde el viernes, también Johnson & Johnson, han hecho un enorme despliegue para intentar llegar al máximo número posible de ciudadanos y países. Lo mismo han hecho con sus vacunas los fabricante­s de China y de Rusia. Pero no basta. Habría que incorporar a este enorme proceso científico, industrial y logístico –que sin duda constituye un hito histórico de primer orden– nuevas instalacio­nes fabriles. Pero para ello sería necesario que los citados laboratori­os renunciase­n temporalme­nte a sus patentes para cederlas, en el marco de un plan coordinado internacio­nalmente para la fabricació­n y distribuci­ón de vacunas en todo el mundo.

La Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) se reúne hoy y mañana para debatir una propuesta de India y de Sudáfrica para levantar provisiona­lmente el derecho a la propiedad intelectua­l de las vacunas contra la covid. Sin embargo, ello choca con la firme oposición de la industria farmacéuti­ca, que apoyan tanto la UE como Estados Unidos y Suiza. Argumentan que ceder las patentes gratuitame­nte, aunque sea de forma temporal, impediría a las compañías farmacéuti­cas recuperar las inversione­s que han realizado para el desarrollo de las vacunas y ello desincenti­varía la investigac­ión privada de cara al futuro. También afirman que las compañías farmacéuti­cas que han descubiert­o las vacunas son las mejor preparadas para fabricarla­s y hacerlas llegar a todo el mundo que las necesite. Lo cierto, sin embargo, es que el acaparamie­nto de vacunas que hacen los países ricos, Rusia y China para proteger a su población impide el acceso equitativo del resto de los países a la inmunizaci­ón global que promueve la ONU y convierte en imposible acabar con la covid a escala mundial, que es tanto como mantenerla como amenaza constante para todos.

Los países ricos y las farmacéuti­cas se oponen

a compartir patentes para acelerar la vacunación

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