La Vanguardia

Y le regalaron una casita

Los amigos de Carles Riba organizaro­n un homenaje para sus 60 años en Cadaqués

- JOSEP PLAYÀ MASET

Todo empezó por un comentario de Carles Riba a Rosa Leveroni: “No me desagradar­ía ser enterrado aquí”. Se refería al pequeño cementerio de Cadaqués. Y cuando poco después los amigos de Riba se plantearon hacerle un regalo por sus 60 años, Leveroni les propuso una suscripció­n para comprarle una antigua casita de pescadores en Cadaqués.

El poeta Marià Manent y Anna Maria Torra, casada con el editor Gustau Gili, hicieron varias visitas a algunos “burgueses acomodados”, como el mismo Fèlix Millet que dio 10.000 pesetas, y se pudo comprar una casa, en la calle de la Amargura. Se acondicion­ó, amuebló e incluso se llenó la despensa. Y el 30 de agosto de 1953 le entregaron las llaves en un acto en el Casino de Cadaqués.

La crónica de esta insólito regalo, que hay que valorar en el contexto de la posguerra y de las restriccio­nes que pasaban Carles Riba y su mujer Clementina Arderiu, la ha escrito ahora Jaume Medina, biógrafo del poeta, en el libro Una casa a Cadaqués. Els homenatges a Carles Riba (1953), de la editorial Cal·lígraf.

Tomàs Garcés, otro poeta, con casa a poca distancia, en Selva de Mar, hizo la ofrenda: “No es un palacio como tú te mereces, sino una casa con paredes medianeras, con vecinos a derecha e izquierda, una casa de pueblo, y en calle estrecha”. Y acto seguido le definió como el representa­nte más caracterís­tico de la ‘generación de la Primera Guerra Mundial’, junto a Josep M. de Sagarra, Josep Pla y Carles Soldevila.

La celebració­n continuó con una comida en el hotel de Portlligat con más de un centenar de asistentes. No se conoce la lista de todos, pero sí de algunos nombres relevantes: Jaume Vicens Vives, Josep Pla, Marià Manent, Joan Perucho, Josep Obiols, Joan Teixidor, Modesto Cuixart, Joan Rebull, Paulina Pi de la Serra, Rafael Tasis, Rafael Santos Torroella, Josep M. Cruzet, Josep Zendrera, Eduard Valentí, Josep Janés, Joan B. Solervicen­s... Y de quienes tomaron la palabra: Rosa Leveroni, Ricard Permanyer, J. V. Foix –adaptó un poema que le había escrito 31 años antes en Sa Tuna–, el doctor Josep Trueta y Josep Maria de Sagarra, de quien se había especulado que mantenía cierto enfrentami­ento con el poeta homenajead­o. Lo agradeció un emocionado Carles Riba, que acababa de obtener también el reconocimi­ento de la intelectua­lidad castellana

A Riba le hizo mucha ilusión; encontraba lejos Cadaqués pero confiaba que algún día se podría llegar en avión

A la comida de homenaje asistió toda la intelectua­lidad, con Vicens Vives, Sagarra, Pla, Foix y Trueta

en el Congreso de Poesía de Salamanca. Unos días después lo evocaba por carta a Domènec Guansé: “Os aseguro que hubo momentos que, en aquella terraza sobre nuestro mar, vibró en fuego y esperanza toda nuestra patria real, tan dolorosame­nte militante”

Salvador Dalí le regaló una litografía con dedicatori­a: “A Carles Riba esperando que Dionisius le sea propicio”. Jaume Medina cita una carta del siempre punzante Joan Oliver donde dice que en la comida “se produjo el abrazo de Vergara entre el maestro y Sagarra; Dalí no fue porque tenía la lengua sucia”. Pero Dalí en Diario de un genio dice que tenía problemas digestivos y fiebre y aun así “hemos asistido a un banquete muy largo en honor del poeta y humanista Carles Riba”. Según los testimonio­s duró unas seis horas. Otro regalo singular fue del abad de Montserrat: una pequeña imagen de la Moreneta.

El escritor Luis Romero hizo una larga reseña en el semanario Revista. Pero el texto salió censurado, sin la frase donde destacaba que los presentes se habían expresado “en su idioma materno y mágico", o sea, en catalán.

Carles Riba en una carta a su hijo Oriol expresaba su satisfacci­ón: “Podéis contar con que todo nos hace una ilusión loca, por nosotros mismos, y por vosotros con los pequeños presentes y futuros. La única lástima es que Cadaqués está lejos: toda una mañana de viaje: pero las comunicaci­ones tienden a mejorar: se habla hasta de una línea de aviones de 12 plazas”. Como se puede comprobar, aquí el poeta tiró de fantasía.

 ?? FRANCESC CATALÀ ROCA / CAL·LÍGRAF. ?? Clementina Arderiu y Carles Riba, en la terraza de la casa de Cadaqués
FRANCESC CATALÀ ROCA / CAL·LÍGRAF. Clementina Arderiu y Carles Riba, en la terraza de la casa de Cadaqués

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