Colau instalará 47 radares de velocidad
La medida busca rebajar la velocidad para reducir la accidentalidad y afianzar el límite de 30 km/h
Los radares, que en Barcelona hasta ahora solo estaban en accesos a la ciudad y en las rondas, se desplegarán en breve por las calles del interior, una medida anunciada en el 2020 y que ahora se pone en marcha. El Ayuntamiento instalará 47 dispositivos repartidos por todo el núcleo urbano, 46 este año y uno en el 2022, con el objetivo de rebajar la velocidad y adecuarla a un modelo en el que el umbral de 30 km/h se abre camino –ya está en el 67% de vías y a final de año alcanzará el 75%– y reducir la accidentalidad. El año pasado, las infracciones por pisar el acelerador más de la cuenta casi duplicaron las del 2019, una tendencia que se pretende revertir. Los nuevos escáneres priorizarán los puntos de mayor siniestralidad y los entornos escolares.
Barcelona hoy cuenta con once radares fijos, además de los móviles que la Guardia Urbana coloca en puntos adicionales que desea controlar. Solo hay uno de tramo, que mide la velocidad media en el trayecto vigilado. Está desde el 2016 en la ronda de Dalt, entre Karl Marx y el nudo de la Trinitat, en sentido Besòs. Otros diez son de punto –los convencionales–, repartidos en los accesos de autopistas (4), el túnel de
Badal (2) y las rondas (4).
Instalar ahora radares en el interior de la ciudad, y que sean tantos de golpe, “puede generar cierta inquietud”, reconoció ayer la concejal de Movilidad, Rosa Alarcón. Pero, enfatizó, “estamos convencidos de que nos ayudarán a rebajar la velocidad”. Y quiso anticiparse a la crítica de afán recaudatorio: “El objetivo no es sancionar, sino que no se tenga que multar”, aseguró. “Las multas son impuestos voluntarios –subrayó–. Quien no quiera una multa solo tiene que cumplir las normas”. Y el que avisa no es traidor, vino a decir, ya que, recordó, “todos estarán señalizados”. Según diversos estudios realizados en varias ciudades, los radares hacen que la proporción de vehículos que superan los límites de velocidad bajen entre un 14% y un 65%, y el número de accidentes entre un 11% y un 44%, apuntó Adrià Gomila, director de Servicios de Movilidad.
Este mes entra en funcionamiento el primero de los tres nuevos radares de tramo previstos, en el túnel de la Rovira, al que se sumará otro en el túnel de Badal, en verano, que sustituirá al actual fijo, y otro más en la ronda Litoral, en la zona del Moll de la Fusta, el año que viene. Cada sistema de este tipo cuesta unos 250.000 euros. Los 32 radares de punto –valorados en 30.000 euros cada uno– se instalarán en vías principales limitadas a 50 km/h, entre ellas Aragó, Gran Via o Diagonal, y en calles de máximo 30 km/h donde la Guardia Urbana ha detectado excesos reiterados de velocidad. Otros doce se pondrán en el marco del programa “Protegim les escoles”, para controlar que en los entornos de centros educativos no se superan los 30 km/h. Finalmente, se extenderán los radares pedagógicos, que tienen unos paneles electrónicos que indican a los conductores la velocidad, pero no conllevan multas y que desde el 2013 rotan por un centenar de ubicaciones a las que este año se añadirán 30.
La edil de Movilidad asegura que no hay afán recaudatorio y que el objetivo es que se pise menos el acelerador