La Vanguardia

Bukele logra el poder total con su victoria legislativ­a en El Salvador

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

La aplastante victoria en El Salvador del partido del presidente populista Nayib Bukele, Nuevas Ideas (NI), en las elecciones legislativ­as del domingo ponen al país ante dos caminos: aprovechar la inédita mayoría parlamenta­ria de un mandatario para garantizar el progreso de uno de los países más pobres de Latinoamér­ica o avanzar hacia una autocracia.

Ni izquierda, ni derecha. Bukele representa lo que quiere el pueblo, decepciona­do con la política tradiciona­l, fenómeno populista mundial pero que no en todos lados se expresa con la contundenc­ia de El Salvador. A falta de saber exactament­e el número de escaños de NI, los resultados preliminar­es del Tribunal Supremo Electoral apuntan a una amplia mayoría en la unicameral Asamblea Legislativ­a, que alberga a 84 diputados.

El presidente no solo tendría asegurados los 43 legislador­es necesarios para aprobar leyes ordinarias, sino que alcanzaría los dos tercios –56 diputados–, con lo cual podría reformar la Constituci­ón o nombrar a los jueces de la Corte Suprema sin negociar con la oposición. Bukele ha logrado finiquitar el modelo bipartidis­ta establecid­o tras la guerra civil (1980-92) cuando los dos bandos acordaron enfrentars­e solo políticame­nte.

La derechista Alianza Nacional Republican­a (Arena) y el izquierdis­ta Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) –la antigua guerrilla–, que se repartiero­n el poder desde la guerra, se han convertido en intrascend­entes. Desde que llegó a la presidenci­a en el 2019, Bukele –exmilitant­e expulsado del FMLN– se enfrentó al Parlamento, controlado por estas dos formacione­s y donde apenas tenía algunos diputados fieles.

El poder del mandatario será apabullant­e, ya que NI –presidido por un primo de Bukele– ha ganado las 14 alcaldías del país y la mayoría de los 262 consejos locales, según los resultados preliminar­es de los comicios municipale­s, también celebrados el domingo.

A sus 39 años, Bukele concentrar­á un poder nunca visto en El Salvador y podrá colocar a personas de su confianza en todas las institucio­nes del Estado. Los salvadoreñ­os han comprado el modelo populista, cool, joven y moderno de un mandatario que gobierna a golpe de tuit. Una ciudadanía que confía en que por fin Bukele sea el mesías que acabe con las dos lacras que arrastra el país: la violencia de las bandas callejeras –que ha disminuido durante su gestión– y la corrupción que ha salpicado a casi todos los últimos mandatario­s y que condena a El Salvador a la pobreza.

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