Villarejo intentó usar el ‘procés’ para frenar causas contra él
El excomisario de Policía José Manuel Villarejo vio en la crisis catalana del 2017 una manera de que las sospechas que le sobrevolaban se disiparan. En los últimos meses antes de su detención, sus movimientos se hicieron cada vez más intensos: redobló la presión sobre jueces, fiscales y policías que le perseguían y aumentó sus campañas de hostigamiento contra sus enemigos para tratar frenar las causas que ya tenía abiertas y que comenzaban a incomodarle de verdad.
Por eso acudiría a una de las personas más de su confianza y que más influencia podía tener en el Gobierno. Su hombre en este caso fue Ignacio López del Hierro, marido de la ministra de Defensa en aquella época y secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal. Según los apuntes que el propio Villarejo realizó en sus agendas, a las que ahora ha tenido acceso La Vanguardia, habría hablado en numerosas ocasiones con él meses antes de su detención. Especialmente relevante es un apunte, en el que el excomisario recogía una charla que habría tenido con López del Hierro el 3 de julio.
“ILH. Vernos 11 h en Villa. Entrega de copia de datos. Dice que hablará para que Maz [en referencia al entonces fiscal general del Estado, José Manuel Maza] y el M de J [ministro de Jus- ticia, en ese momento Rafael Catalá] actúen para que me dejen en paz. Tema Cataluña”. El desafío soberanista estaba en plena efervescencia. El Gobierno central estaba expectante de lo que estaba ocurriendo en Catalunya. Desde el Govern ya se hablaba de un referéndum unilateral. De hecho, un día después de ese apunte, se celebró un acto en el Palau de la Generalitat para dar a conocer el proyecto de ley del referéndum.
Catalá ya venía advirtiendo que celebrar el referéndum “sería cometer un delito, sería prevaricar”. Mientras tanto, Maza –fallecido en noviembre del 2017– estaba muy pendiente de los acontecimientos. En aquellos meses, el objetivo prioritario de la Fiscalía era actuar contra el desafío independentista. Primero comenzó con denuncias por los incumplimientos al Constitucional, siguió con diversas actuaciones judiciales y advertencias de la gravedad de lo que estaba ocurriendo hasta que él mismo firmó y presentó las querellas contra los miembros del Govern.
Ante este escenario, Villarejo intentó acceder a Maza a través de personas de su confianza para que se olvidara de las investigaciones abiertas contra él aprovechando la coyuntura de la crisis catalana. Sobre él pesaba una investigación en la causa del pequeño Nicolás, concretamente por intentar anular la causa grabando ilegalmente a los investigadores y así salvar al falso espía y a personas influyentes que habían tenido contactos con el joven.
Además, el excomisario había sido denunciado por la dermatóloga Elisa Pinto, quien le identificó como la persona que la apuñaló en la calle supuestamente contratado por el exconsejero de OHL Javier López Madrid. También se había abierto una investigación interna por su estructura empresarial, que había llegado a la Fiscalía. Si lograba que el fiscal apoyara los archivos de las causas, estaría salvado.
Mientras intentaba utilizar sus contactos para que desde el Gobierno y desde la Fiscalía diesen carpetazo a sus asuntos, en una época en la que todo el país estaba centrado en Catalunya, él también hacía sus negocios gracias al desafío soberanista. Entre todos los documentos hallados en los registros de sus domicilios, apareció un Informe de situación. Referéndum Catalunya, que hasta la fecha no había salido a la luz.
A lo largo de diez páginas, el informe trata de argumentar –con información no confidencial y a la mano de cualquier navegante web– que la repercusión del proceso soberanista estaba “afectando” a la economía, “aunque no gravemente a la española”.
El expolicía anotó que el marido de Cospedal le dijo que hablaría con el fiscal para que “le dejasen en paz”