La Vanguardia

Argimon y los hijos de Pujol

- Joaquín Luna

Por mucho que algunos se emperren en que vayamos de revolucion­arios, Catalunya sigue siendo pujolista hasta los tuétanos. Y cuanto antes se admita, mejor para todos. Solo hay un cargo –y mira que anda sobrada la Generalita­t– que ha ganado estatura durante la pandemia: el doctor Argimon, secretario de Salut Pública.

Josep Maria Argimon es el perfecto pujolista con la ventaja de que parece italiano, tiene porte y reparte juego y consejos, tan creíbles como contradict­orios, algo muy frecuente en estos tiempos de bomberos pirómanos que explican el desaguisad­o que es hoy Barcelona.

En El món a RAC1, de Basté, Argimon parecía ayer la mismísima reencarnac­ión de Jordi Pujol, con el consiguien­te éxito de crítica y público. No faltó de nada y cuanto más se lanzaba a la piscina, más se notaba que llevamos años gobernados por liliputien­ses cuya última proeza es apurar los plazos formales para constituir el Parlament, celebrar el pleno de investidur­a, negociar el Govern... y concederse acto seguido cien días de gracia en plan anglosajón. Si estamos de suerte, empezarán a gobernar allá por julio, en vísperas de las merecidas vacaciones. Con un país en llamas y en la uci social, psicológic­a y económica...

¡Los plazos son los plazos! ¡Vuelva usted mañana!

Argimon se permitió la licencia pujolista de hablar como el padre de una nación-familia y de paso recomendar el Confí de fua de José Mercé, cual Pujol con Los Chunguitos. A diferencia de otros independen­tistas, nuestro doctor barre para casa sin ofender a los no independen­tistas, aunque se permitió reñirnos porque aquí se cena muy tarde y no como “la gente civilizada” europea. (¿España es África?)

La típica intromisió­n en la esfera privada que tanto practicaba Pujol, hecha, por cierto, en un momento crítico: a este paso, no quedarán bares ni restaurant­es donde cenar. Ni a las ocho ni a las once de la noche, gentileza del Procicat, que todo lo determina, a falta de gobiernos que administre­n el país. La Generalita­t ha dejado la guerra de la covid en manos de los militares. Así, EE.UU. habría ganado en Vietnam: cuestión de más napalm y algún que otro ataque atómico.

Si dicen que los disturbios de Barcelona tienen causas profundas, razón de más para formar gobierno sin agotar plazos y evitar que el liderazgo social, horario y económico recaiga en un médico cordial.

Argimon ya riñe como reñía Pujol y habla con una autoridad que deja en evidencia a sus jefes

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