Barcelona Obertura señala el camino de la clásica en Europa
El Spring Festival trae a figuras aun sin melómanos extranjeros
¿Qué sentido tiene celebrar un festival que busca posicionar Barcelona como capital de la clásica si los melómanos extranjeros no podrán viajar en pandemia? Muy sencillo: mostrar su continuidad dado que su 2.ª edición ya la truncó el confinamiento. “Y porque nos preparamos para cuando pueda volver a haber público de fuera, que no nos coja con el paso cambiado”, dice Joan Oller, director general del Palau de la Música y coordinador de ese Barcelona Obertura Spring Festival.
El oasis español que tanto sorprende al resto del mundo alcanzará su grado máximo cuando del 5 al 28 de marzo Liceu, Palau y L’auditori aporten sus galas al Spring, con la colaboración de Ibercamera (que tiene a Daniil Trifonov en recital, si bien aplaza al 2022 el concierto de la Simfònica SWR Stuttgart con Currentzis), la Orquestra Camera Musicae y el Conservatori del Liceu.
¿Qué tienen pensado para que el festival vaya cogiendo personalidad y no sea una suma de conciertos? Pues combinar grandes nombres con elementos de innovación, a la vez que se ofrecen hilos temáticos que ayuden a la reflexión. O como indicaba Víctor Garcia de Gomar, director artístico del Liceu, “buscar la oportunidad de exclusividad desde vanguardia, y un equilibrio entre nombres internacionales y esos talentos locales que serán los nuevos nombres del futuro, como el cellista Miguel Bonal que acaba de ganar el concurso de Música Antigua de Juventudes Musicales de España. Y también añadir una mirada sobre el presente que nos haga pensar”.
De momento esta será una primavera con Gustavo Dudamel dirigiendo un Otello de campanillas, con una producción de Múnich que se centra en el punto de vista de Desdémona, papel que defenderá la soprano búlgara Krassimira Stoyanova junto a Gregory Kunde y Carlos Álvarez. Pero también las últimas tres funciones de esta heroica Lessons in love and violence, así como el proyecto sinfónico de la orquesta del Liceu, que sustituye la monumental Consagración de la primavera por las danzas eslavas de Dvorák, Kodály, Bartók y Borodín.
Al Palau regresa Grigori Sokolov con las Cuatro polonesas de Chopin y los Diez preludios de Rachmaninoff, y también el Cuarteto Quiroga, los franceses Café Zimmermann con los Conciertos de Brandemburgo, y los Pygmalion de Raphäel Pichon con la Pasión según san Mateo,
mientras que la Camera Musicae abordará con Pablo Sáinz Villegas a la guitarra el Concierto de Aranjuez.
L’auditori brinda diversidad: el lied del barítono André Schuen en La bella molinera; la Jove Capella Reial de Catalunya en la Sestina de Monteverdi, y los sinfónicos de la OBC: uno de calado con la soprano Núria Rial en homenaje a Gerhard y Mompou, y otro con Sol Gabetta al cello en Saint-säens y el estreno del final de Utopía de Sofía Martínez.
Y si eso no genera envidia suficiente, Barcelona vivirá además un intenso Obertura City +, conciertos gratuitos en los diez distritos (con
Liceu, Palau, L’auditori e Ibercamera aglutinan a Dudamel, Sokolov, Trifonov, Núria Rial o Sol Gabetta
300.000 euros del Ayuntamiento). Ya son 20 espacios con el Macba, la Tàpies, Caixaforum, Casa Seat y tres centros cívicos más. El teniente de alcalde Joan Subirats propone que en ediciones próximas se incorporen espacios de la ciencia, como el Barcelona Supercomputing Center. Son los 27 conciertos con músicos locales (cancelados en el 2020), diez de ellos en junio, como la integral de Sonatas para piano de Beethoven en Montjuïc (MNAC, Miró, Caixaforum y Van der Rohe).