La Vanguardia

Embrujo Motta

Una bruixa com nosaltres

- DONAT PUTX

Lugar y fecha: Teatre Joventut (L’hospitalet de Ll.) (28/ II/2021)

Estupendo homenaje en L’hospitalet a Guillermin­a Motta, dorsal número ocho de Els Setze Jutges, que permanece alejada de los focos desde su última actuación en la ya desapareci­da sala L’espai a finales de 2002. Un proyecto dirigido por Sílvia Comes, a cuya voz se sumaron las de Laura Simó, Mone Teruel y Anna Roig, arropadas en el teatro Joventut por un espléndido grupo que comandaba el pianista Pau Baiges.

Es más que indicado que un festival como Barnasants haya patrocinad­o una iniciativa de estas caracterís­ticas, poniendo el foco sobre una figura de la canción de aquí de fértil trayectori­a artística. Así quedó claro en un repertorio que desvelaba los distintos perfiles de su obra, donde hallamos piezas de autoría propia, adaptacion­es de poetas, inmersione­s en la chanson y registros si se quiere más ligeros, pero no por ello con menos interés.

Todo empezó con la Cançó d’un doble amor de Josep Carner a cargo de Sílvia Comes, que minutos más tarde evocaría a Juliette Gréco con Et volia dir. El concierto pasó igualmente por Jacques Brel con la Cançó dels vells amants a cargo de Laura Simó, que también bordaría M’agrada la gent que dubta (Anne Sylvestre). Anna Roig destacaría tanto en No puc dormir soleta como en A un amic del País Basc (con Silvia a la guitarra), mientras que Mone Teruel exploró los registros más picantes en tomas como Fes-me mal, Johnny (Boris Vian) y la afortunada Yo en amores soy muy ligera, con letra de Manuel Vázquez Montalbán.

Entre lo más sobrecoged­or de la velada, la crónica de los desastres de la guerra de El mestre d’escola de Gilbert Laffaille, el retrato de las puñaladas de Amablement –rescate del Tango que Guillermin­a grabó con Enric Barbat– o El tractat dels Pirineus, recuerdo de una herida de nuestra historia que los siglos no han acabado de cicatrizar (“Adéu Rosselló / adéu Perpinyà / adéu terres i adéu germà”).

Tras el fin de fiesta vía Una bruixa com les altres yel Visca l’amor con palabras de Salvat-papasseit, la propia Guillermin­a Motta acabó saliendo al escenario como todos anhelaban, saludando y agradecien­do lo allí vivido con el buen humor que siempre la ha caracteriz­ado. Rúbrica de oro por parte de una de nuestras voces más queridas.

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