La Vanguardia

Ayudas directas a las empresas

- NÚRIA MAS, Núria Mas

Después de un año de pandemia, la salida de la crisis parece más cerca que nunca, pero dependerá del despliegue de las vacunas y su impacto todavía tardará semanas o meses en notarse en la economía. Mientras tanto, el número de empresas luchando por sobrevivir seguirá aumentando. Alcanzar el crecimient­o del 5,9% que prevé al FMI para el 2021 solo será posible si, cuando llegue el momento en que la demanda ya está lista, el tejido productivo se ha podido salvaguard­ar y puede volver a la actividad. Por eso hace falta un plan de ayudas directas a las empresas.

Hay tres aspectos que considerar. Primero: las ayudas son necesarias por dos motivos. Primero, para evitar que la pandemia tenga un impacto estructura­l en la economía. El choque inédito de la crisis ha ido acompañado por respuestas sin precedente­s de política monetaria y fiscal. Para preservar la actividad empresaria­l, España ha optado por dar avales en los créditos a las empresas, cosa que ha tenido una contribuci­ón decisiva y que tenía sentido cuando pensábamos que la crisis sería relativame­nte corta. Ahora, sin embargo, la pandemia está resultando ser más larga de lo que se había pensado inicialmen­te y una gran cantidad de empresas está prácticame­nte cerrada, sufriendo una caída en picado de sus ingresos y, en algunos casos, de su solvencia. Eso no se soluciona con más deuda. Hay que pasar de instrument­os de crédito avalado a ayudas directas. El segundo motivo es porque estas ayudas ya tienen un papel importante en otros países europeos y no jugar con las mismas condicione­s podría afectar a la competitiv­idad de nuestras empresas.

Segundo: estas ayudas no pueden ser indiscrimi­nadas. No se trata de utilizar fondos públicos para mantener empresas zombies, sino para ayudar a aquellas que cuando se recupere la economía serán viables y

No jugar con las mismas condicione­s de ayudas que otros países europeos podría afectar a la competitiv­idad de nuestras empresas

podrán reemprende­r la actividad y generar puestos de trabajo. Identifica­r qué empresas son viables no es sencillo, pero es un ejercicio fundamenta­l.

Finalmente, se tendrá que determinar la cantidad de las ayudas y los mecanismos para proporcion­arlas. Con respecto a la cantidad, dos cosas son relevantes: el presupuest­o del se disponga y la cantidad asignada a cada empresa, que tendría que estar vinculada a la pérdida de ingresos e incremento de la deuda ocasionado­s por la pandemia. Con respecto a los mecanismos, estos días se está debatiendo entre los expertos la mejor fórmula. Esta no tiene que ser necesariam­ente la misma para las empresas grandes que para las pequeñas, que disponen de menos alternativ­as y para las cuales las ayudas directas se convierten casi en la única opción. Además, estas han sufrido desmesurad­amente la pandemia, como pone de manifiesto un análisis reciente del Banco de España. Muchas de estas empresas no han accedido a créditos ICO, cosa que también tendría que ser tenida en cuenta para diseñar los mecanismos de ayuda. Es convenient­e también analizar la respuesta que se está dando a otros países europeos. No nos podemos permitir que empresas viables a medio y largo plazo desaparezc­an por el impacto de la pandemia. Hay que activar mecanismos de ayudas directas para evitarlo. Muchos países de nuestro entorno ya lo están haciendo.

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