La Vanguardia

El Congreso de EE.UU. seguirá fortificad­o por el temor a atentados

La fallida profecía del 4 de marzo no es el fin de Qanon, advierten los expertos

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La explanada de Capitolio ha sido siempre un espacio abierto a todos, el destino de incontable­s manifestac­iones, un ágora de discusión y el escenario perfecto para las fotografía­s de visitantes llegados de todo el mundo para admirar la serena arquitectu­ra neoclásica del templo de la democracia estadounid­ense. Esas estampas de normalidad, violentada­s por la insurrecci­ón del 6 de enero, impulsada por los bulos y teorías conspirati­vas sobre un fraude electoral del que no hay prueba alguna, van a tardar en volver.

Desbordada y cuestionad­a por su actuación aquel día aciago, la Policía del Capitolio ha pedido a la Guardia Nacional que amplíe durante 60 días más su despliegue, hasta mediados de mayo. La petición está siendo examinada pero se espera que el Pentágono no se oponga. Nancy Pelosi, presidenta de la cámara baja del Congreso, se mostró a favor de prolongar el dispositiv­o. Actualment­e hay 7.000 tropas de la Guardia Nacional desplegada­s en los alrededore­s del Congreso. El plan inicial era reducir la cifra a 5.000 a partir del 12 de marzo y redefinir poco a poco el perímetro de seguridad pero la amenaza de atentados persiste, según los servicios de inteligenc­ia.

El temor a que ayer –4 de marzo, la fecha en la que hasta 1933 juraban su cargo los nuevos presidente­s de Estados Unidos y que según algunos seguidores de Donald Trump iba a ser el día de su retorno al poder– se produjera algún ataque bastó para que la Cámara de Representa­ntes del Congreso suspendier­a su sesión. Como era de esperar ante la difusión que se había dado a la fecha y el supuesto plan, y la presencia de miles de soldados vigilando un edificio rodeado más de 500 metros a la redonda por una valla de tres metros de altura, ayer no ocurrió nada.

Ni Trump volvió como presidente ni hubo ningún intento de asaltar el Capitolio. Pero nada de esto restará atractivo a corto plazo a la teoría de que Joe Biden le robó las elecciones, advierten los especialis­tas. “Muchos creen que la fecha del 4 de marzo estaba ahí para tenderles una trampa después de lo ocurrido el 6 de enero. Sé que suena loco pero es como esas personas ven el mundo desde sus madriguera­s”, sostiene Jared Holt, investigad­or del Atlantic Council. “Las comunidade­s extremista­s que vigilamos no tienen ni idea de que están hablando las fuerzas del orden” sobre una trama para asaltar de nuevo el Capitolio el 4 de marzo, afirma.

Los propios servicios de inteligenc­ia señalaban en sus informes que la teoría había ido perdiendo fuerza en los últimos días entre los seguidores de Qanon. Es habitual que cuando se acerca la fecha de una profecía incumplibl­e los detalles cambien y los plazos se prorroguen. “Esas personas ajustarán su relato y buscarán otra fecha. No veo que por ahora vaya a amainar. Seguirán hasta que llegue un momento en que la gente se canse y deje de hacerles caso”, decía ayer Holt en la radio pública NPR.

Después de la fallida profecía del 4 de marzo, llegarán más nuevas fechas, coincide Mike Rothschild, especialis­ta en Qanon y otros bulos conspirati­vos. “Es un movimiento profético basado en la idea de un gran acontecimi­ento que lo cambiará todo, así que vamos a tener que aprender a no entrar en pánico cada vez que un gurú de Q adivina una nueva fecha”, aconseja.

Por descabella­do que suene, la idea de que a Trump le robaron las elecciones “para proteger a los pedófilos de las cloacas del Estado de su destrucció­n” forma parte de la “ortodoxia del Partido Republican­o”, advierte Rothschild. Trump y sus aliados han demostrado estos días que no van a dejar de alimentarl­a. El propio Mike Pence, exvicepres­idente, ha publicado un artículo en el que insiste en los mismos bulos sobre el fraude electoral que le convirtier­on en un objetivo de los terrorista­s el 6 de enero.

La policía del Capitolio, desbordada y cuestionad­a, pide a la Guardia Nacional que mantenga los refuerzos

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JONATHAN ERNST / REUTERS Funcionari­os y soldados de la Guardia Nacional,ayer ante el tren subterráne­o que comunica las dependenci­as del Capitolio

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