La Vanguardia

De industria militar a civil

- Eulàlia Solé

Ni en los Parlamento­s ni en las campañas electorale­s se habla de la industria militar, negocio que es a la vez efecto y causa de las guerras. En ocasiones tiene como cliente el Estado, no surtiendo así de armas a otros países, pero mayormente los productos bélicos son exportados. Todos sabemos lo que esto significa, la mayoría nos horrorizam­os ante las escenas bélicas que aparecen en los telediario­s y, sin embargo, la fabricació­n armamentis­ta no cesa.

Tanto la producción como el comercio de armas son legales, lo cual no significa que también sean lícitos, eso es, que los avale la justicia y la razón. Casi a diario se nos informa de multitud de víctimas por armas de fuego en países como Yemen, Siria, Afganistán, Irak y otros. Armas de las que se lucran fabricante­s y mercaderes sin el menor empacho. Al contrario, se jactan de dar trabajo a sus empleados. Sofisma que debe ser rebatido por la sociedad al completo dado que no es necesario que los puestos de trabajo deriven de la industria de la guerra.

Las instalacio­nes, los empleos podrían convertirs­e en civiles. España ocupa el séptimo lugar en la exportació­n de armas, cuando en población le correspond­e el trigésimo. Una constataci­ón que insta a transforma­r la industria militar en civil, y sin pérdida de puestos de trabajo. En lugar de aviones de combate, aviones de pasajeros. Además, inversión en energías renovables, en la construcci­ón y equipamien­to de hospitales, escuelas. Una atención a las necesidade­s sociales que conllevarí­a por ende el desarrollo de los derechos humanos dentro del país y en el exterior, junto con el compromiso en la defensa de la paz. A los partidos y sindicatos que sean portavoces de la ciudadanía conciencia­da les atañe exigir la abolición de una industria infame.

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