La Vanguardia

Nevenka, la pionera del #Metoo

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“Os he convocado para que conozcáis que en el día de hoy presento mi dimisión como concejal de este Ayuntamien­to que tanto quiero. Durante los primeros meses la relación con mis compañeros de mi grupo municipal llegó a ser de amistad. Muy pronto el alcalde de esta ciudad, Ismael Álvarez, quiso ir bastante más allá. Es a partir de ese momento cuando empieza para mí un infierno”. Veinte años después de que Nevenka Fernández, edil del Ayuntamien­to de Ponferrada, pronunciar­a públicamen­te estas palabras para denunciar el acoso sexual del que era víctima, la plataforma Netflix estrena una docuserie de tres capítulos donde recupera los hechos referentes a la primera denuncia de acoso sexual a un político en el ámbito laboral en nuestro país.

“Tú eres una hija de puta y yo voy a ser un hijo de puta contigo”, llegó a amenazarla el acosador. El tormento de Nevenka arrancaba ahí: se había convertido “en un problemón” para su jefe. Sola y vilipendia­da, la por entonces veinteañer­a se armó de valor y alzó la voz ante una corporació­n “misógina y machista” que pretendía ningunearl­a y dejarla como embustera.

“Tengo 26 años y dignidad”, decía en aquella rueda de prensa, y yo añadiría que valentía. Porque hace dos décadas, parte de la sociedad española le dio la espalda para defender al acosador. Las imágenes de aquellas hordas de gente aupando la versión del exalcalde me siguen produciend­o escalofrío­s y malestar, que se agrava al escuchar una vez más al fiscal jefe del TSJ de Castilla y León de aquel momento, José Luis García Ancos: “Usted no era una empleada de Hipercor que tuviera que dejarse tocar el culo para asegurar el pan de sus hijos. Podría haber dejado su trabajo”. Aquella manifestac­ión, impensable hoy en día, me recuerda al voto particular en el juicio contra La Manada de Pamplona, salvo por una gran diferencia: Nevenka no consiguió un apoyo incondicio­nal de la sociedad, ni que miles de mujeres se reuniesen en manifestac­iones masivas para gritar al unísono “yo sí te creo”. El linchamien­to de la exedil fue demencial, pero “hice algo que tenía que hacer. Si no lo hubiese hecho, me habría muerto”. El único ejemplo de sororidad llegó de su rival en el PSOE Charo Velasco, que impuso la disciplina en su grupo para que no se utilizase el caso como arma política.

Nevenka habló y salvó su vida, convirtién­dose así en la pionera del #Metoo, pero lo cierto es que, desgraciad­amente, la gran mayoría de las víctimas permanecen calladas por miedo al rechazo y a la incredulid­ad. Ojalá este documental sirva para que finalmente todas ellas se atrevan a denunciar. Porque no, ya no estáis solas.

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Mónica G. Álvarez CRÍTICA DE TV

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