Pensar que somos frágiles
El gran Julio César se hacía acompañar por un esclavo cuando volvía triunfante a Roma, después de algunas de sus victorias, para que le susurrase al oído que no era un Dios, y recordarle que era humano. Algo parecido ha vivido buena parte del planeta cuando ha visto que ese mundo tan perfecto y cuadriculado en el que vivía lo alteraba de forma súbita una pandemia desconocida. Hoy todavía no nos hemos repuesto del impacto económico y emocional que ha supuesto el coronavirus que ha puesto en duda la seguridad con la que vivíamos.
El crecimiento descontrolado de las diferentes economías nos podía llevar a la idea equivocada de que el mundo funcionaba como un reloj y solo algunos episodios atmosféricos o las dramáticas guerras podían afectar este nuevo orden. La covid nos ha hecho sentir mucho más inseguros. Y quizás es bueno que nos hagamos a la idea de que el planeta no es como una máquina perfectamente sincronizada, sino que la crisis climática y el desarrollo insostenible y contumaz son una amenaza real para nuestra supervivencia.
Así, pequeñas cosas se convierten en grandes tragedias. Ha tenido que embarrancar un carguero en el canal de Suez, de los 18.000 que pasan anualmente, para que volvamos a percatarnos de nuestra enorme fragilidad. Ni más ni menos que el 12% del comercio mundial pasa por esta ruta que lleva dos días cerrada por el accidente del barco. Hay 150 buques bloqueados y otros centenares que se dirigían a la zona y ahora están planteándose dar la vuelta rodeando el continente africano por el cabo de Buena Esperanza. Seguramente un accidente menor de un carguero puede acabar provocando serios problemas a miles de empresas en todo el mundo. Son las señales de los nuevos tiempos.
Y el futuro de muchas compañías depende en estos momentos de ver si la marea sube a tiempo para que el gran rascacielos horizontal que es el gigantesco portacontenedores Ever Given esté en condiciones de volver a navegar. Lo dicho, seamos conscientes de nuestra fragilidad y que vivimos en un planeta que merece ser cuidado como se debe.