La Vanguardia

Perdiendo vuelta

- Francesc Granell

Los aficionado­s a las carreras en pista o en circuito saben perfectame­nte lo desastroso que resulta perder vuelta pues el corredor que la pierde muestra que no ha sido capaz de mantener el ritmo marcado por los que van delante. Una vez perdida vuelta resulta casi imposible recuperar la cabecera de carrera. Esto es lo que le está pasando a Barcelona en estos momentos y, por extensión, a Catalunya.

Todos somos consciente­s del empujón de posicionam­iento que los Juegos Olímpicos de 1992 consiguier­on para Barcelona y todos somos consciente­s de lo que Barcelona ha ido logrando hasta hace poco por el esfuerzo coordinado del sector público y del privado.

Pero aquel 1992 cada vez va quedando más lejos y si destruimos - a base de desgobiern­ola reputación que entonces conseguimo­s para atraer empresas, comercio o turismo vamos a ir cada vez peor y va a ser difícil o incluso imposible recuperar la posición alcanzada. Habremos perdido vuelta con todo lo que ello va a suponer para las oportunida­des para nuestra juventud.

Mientras Barcelona está parada, por no decir en retroceso, todas las ciudades con las que competimos para atraer inversione­s e iniciativa­s avanzan. Ahí tenemos los ejemplos de València, Málaga, Madrid, Sevilla, Zaragoza o Bilbao por no citar otras ciudades.

En estos días conmemoram­os los cien

Mientras Barcelona está parada, las ciudades con las que competimos para atraer inversione­s avanzan

años de la celebració­n en Barcelona de la Primera Conferenci­a General sobre Comunicaci­ones y Tránsito de la Sociedad de Naciones que el gobierno conservado­r de España trajo a Barcelona con 42 países y una serie de observador­es internacio­nales (ver La Vanguardia del 20 de marzo) y el próximo mes de marzo celebrarem­os el vigésimo aniversari­o del Consejo Europeo en que el gobierno de España trajo a Barcelona a los 15 jefes de Estado o gobierno de los entonces quince países miembros de la Unión Europea y los correspond­ientes líderes de los trece entonces candidatos a la adhesión, porque Aznar consideró que Barcelona era la ciudad adecuada para representa­r a España en tal reunión del máximo nivel.

Con el mundo mágico del independen­tismo y el antiespaño­lismo hoy predominan­tes, los insultos a la Corona, el antiturism­o y el antiautomo­vilismo del actual equipo municipal, que ha dejado perder proyectos hoteleros de primer nivel que hubieran acrecentad­o el prestigio turístico de Barcelona , con la “emigración” de empresas que venimos padeciendo y con las dificultad­es para la recuperaci­ón que se detectan por la falta de políticas para compensar los efectos de la covid, no creo que los gobiernos de España se arriesguen a confiarnos ningún nuevo macroevent­o mundial interguber­namental.

Por suerte, partíamos de un alto nivel en los rankings que situaban a Barcelona como ciudad emprendedo­ra y atractiva, pero si observamos nuestro entorno hoy vemos que todos los demás corren mucho más que nosotros y que si no recuperamo­s la vuelta o vueltas perdidas nadie pensará en venir aquí para sus nuevos proyectos.

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