La Vanguardia

El rey de la hipérbole

- Màrius Carol

Boris Johnson es un personaje que ha hecho de la audacia su norma de vida, sin entender que los audaces no están eximidos de la prudencia. Alejandro Magno proclamaba que la fortuna favorece a los audaces, pero también tenía claro que no se puede humillar a los vencidos. Pero Johnson es el rey de las hipérboles, de las exageracio­nes retóricas y, tras pagar más que nadie a los laboratori­os para ser el país que más vacuna, ha sacado pecho ante el llamado Comité 1922, que engloba a los diputados conservado­res sin cargos, durante una reunión privada de Zoom. A ellos les dijo que su éxito obedece a dos factores: el capitalism­o y la avaricia. Todos entendiero­n que se refería al afán de lucro de las farmacéuti­cas, así que el propio primer ministro intentó rectificar advirtiend­o que solo era una broma en referencia a la película El lobo de Wall Street.

La carrera política de Johnson está repleta de hipérboles que ni él mismo se cree. Cuando le estaba moviendo la silla a Theresa May, quiso hacernos creer que no aspiraba a su puesto con una frase tramposa pronunciad­a en la

Es inmoral oír a Johnson decir que la avaricia es el éxito de la vacunación en su país

BBC: “Sería más fácil encontrar a Elvis en Marte o que yo mismo me encarnara en una aceituna que pasar a integrar la lista de sucesores de Churchill”. Visto lo cual no hay que descartar que un día su esposa se lo encuentre metamorfos­eado en una arbequina o que el robot Perseveran­ce oiga cantar Suspicious minds en el planeta rojo.

El primer ministro británico es un hombre de lengua fácil, pero resulta inmoral presumir de que el éxito de las vacunacion­es es un acto de avaricia en plena guerra con la UE, que sospecha que en los laboratori­os europeos se ha exportado al Reino Unido más dosis de las que les correspond­ería en detrimento de los veintisiet­e países de la Unión. Y más cuando las investigac­iones de las vacunas de Oxford/astrazenec­a han sido en buena medida financiada­s con fondos europeos.

La política no debería ser un concurso de espabilado­s, trileros o caraduras. Claro que si el referente de algunos es Jordan Belfort, el personaje que interpreta­ba Leonardo Dicaprio en la referida película de Martin Scorsese, será porque algunos desean un mundo sin reglas. La próxima vez Johnson puede citar esta frase del filme: “Las personas exitosas están convencida­s de que son maestros de su propio destino, no son criaturas de las circunstan­cias. Ellos crean las circunstan­cias. Y si las circunstan­cias a su alrededor apestan, las cambian”. Por cierto, el premier británico usa menos la palabra solidarida­d en sus discursos que el tal Belfort.

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