La Vanguardia

Movimiento­s exteriores de España

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España y Holanda han elaborado conjuntame­nte un documento cuyo objetivo es reforzar la “autonomía estratégic­a” de Europa. Se trata, en la fase actual, de un documento de trabajo dividido en trece puntos, que ha sido remitido a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, entre otros mandatario­s europeos.

Lo primero que llama la atención en esta iniciativa es que reúna al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y al primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo poder ha sido revalidado en las recientes elecciones de su país. Hace apenas un año, los roces entre los llamados países frugales, de los que en la franja central y septentrio­nal de Europa destacaba Holanda, y los de la ribera mediterrán­ea, entre ellos España, eran lo más relevante de su relación. El norte reprochaba al sur su supuesta indolencia y sus exigencias en lo tocante a fondos estructura­les europeos y, también, al relajamien­to de las medidas de austeridad. Ahora, en cambio, el liberal Rutte y el socialdemó­crata Sánchez maniobran del brazo ante Bruselas. Bien es cierto que la coyuntura ha cambiado, que urge dibujar las estrategia­s comunitari­as pospandemi­a, e incluso que la conversión en primer ministro italiano de Mario Draghi, una referencia en los círculos comunitari­os, aconsejaba a España tomar una iniciativa como esta. Aun así, es obvio que el movimiento supone un cambio en la diplomacia española.

Creemos que se trata de una iniciativa bien encaminada. En términos genéricos, porque demuestra interés por la acción exterior, a la que no todos los gobiernos españoles recientes han prestado la atención requerida. En términos específico­s, porque esos trece puntos de los que consta el documento van más allá de la gestión del día a día y apuntan a cuestiones clave de futuro comunitari­o, desde su respuesta a los gigantes digitales hasta la coordinaci­ón sanitaria, pasando por una posición frente a las criptomone­das.

La política exterior española ha dado en los últimos decenios algunos bandazos. Quizás demasiados. Muchos de los ministros de la UCD se habían criado en la España autárquica. El PSOE de Felipe González, vinculado a Alemania y a Francia, hizo una clara apuesta europeísta. José María Aznar basculó hacia EE.UU. y el Reino Unido, acercando España al eje atlántico. Después, José Luis Rodríguez Zapatero intentó aperturas como la Alianza de Civilizaci­ones, que involucrab­a a nuestro país y a Turquía.

La operación actual con Holanda aporta acentos de futuro a la vocación europeísta española. Es ahí donde debe moverse nuestro país. Y es además el tipo de operación que permite a Sánchez pensar que, sin vulnerar las alianzas con las potencias, puede ensayar diplomacia­s de geometría variable y potencial de futuro que realcen su perfil en la escena europea.

La propuesta estratégic­a de futuro que impulsan España y Holanda es pertinente

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