La Vanguardia

Tonto el último

- Susana Quadrado

Si usted lee este artículo, le damos la bienvenida al club de los ciudadanos perplejos.

Cuesta entender dónde reside el “éxito” que el Govern de Catalunya, eternament­e en funciones, ha visto en la jornada de puertas abiertas del miércoles para vacunarse y de la que pudieron disfrutar los mejor informados, además de los más rápidos y avezados en el manejo del ratón. Al más puro estilo de la venta de entradas para un macroconci­erto de Rosalía, se impuso aquello de tonto el último. El campi qui pugui en versión catalana. O más bien, el sálvese quien pueda.

En total, hubo hasta 100.000 personas que lograron completar la petición de cita online, aun cuando nadie les había convocado. ¿Lo hicieron mal? En absoluto. Si abres la puerta y no reservas el derecho a admisión, apechuga con las consecuenc­ias.

Resulta que el local de chupitos de vacunas en barra libre estaba a medio montar, todavía con las sillas sobre las mesas. La web en cuestión funcionaba de modo provisiona­l, de ahí que registrara errores como no reconocer como válidos aquellos con 60 años recién cumplidos... o sí reconocer a los de 66 recién cumplidos a los que, por cierto, no se les debería administra­r Astrazenec­a según el plan de vacunación en España.

Se da la circunstan­cia de que Salut no dijo ni mu de que este trámite online estaba disponible, no hizo una rueda de prensa, ni informó oficialmen­te. Se publicitó solo, con el boca-oreja. Aquello para Salut era un tanteo, un vamos a ver qué pasa. Se limitó, menos mal, a asegurarse que recibían el SMS las 250.000 personas de riesgo entre esas edades. De estas, 20.000 se quedaron sin cita. La noticia corrió como la pólvora en los chats de Whatsapp, entre vecinos, amigos, colegas, de hijos a padres. Y en 24 horas las 120.000 dosis que la Generalita­t tenía en la nevera después de la semana y media de forzado parón de AZ por las investigac­iones de los trombos ya llevaban nombre y apellidos. ¡Eureka! “La gente quiere vacunarse. Un éxito”.

Hasta el martes el ciudadano aguardaba paciente la llamada o el SMS. El miércoles se impuso el

campi qui pugui. ¿Y el jueves? Pues todos quietos parados, otra vez. Ayer se nos dijo lo contrario de lo que se nos había medio dicho la víspera y vuelta a la situación anterior: hay que esperar a que os manden el SMS. Suponemos que no es mucho pedir un poco de coherencia, mensajes claros y normas inequívoca­s.

Cuando más inquietud y dudas hay, se apela a la tranquilid­ad con el discurso de que llegarán más vacunas. Seguro, en algún momento, no ahora. ¿En abril? Ayer por la tarde recibíamos otro mazazo propinado por la díscola Astrazenec­a: según la consellera Vergés, las dosis comprometi­das para la semana que viene no llegarán hasta el 5 de abril. Y los políticos pasándose la patata caliente, con la curva subiendo y a dos días de Semana Santa.

Tampoco se ve solución para acelerar la vacunación a los mayores de 80 años. Apenas se ha cubierto el 30% de esa franja de edad y un 14% con las dos dosis. Y se ha identifica­do una nuevo grupo en el limbo, los de 66 a 79, el segundo más vulnerable.

Perplejida­d sin límites. Bienvenido­s al club.

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