Paisaje (de cine) americano
Nomadland
Dirección: Chloé Zhao
Intérpretes: Frances Mcdormand, David Strathairn
Producción: EE.UU., 2020.
Drama
Chloé Zhao nació en Pekín, cursó estudios en Londres y más tarde en Los Ángeles y hace un cine tan americano como las cejas de Abraham Lincoln. Su primer largometraje, Songs my brothers taught me, estaba ambientado en una reserva sioux; el segundo, The rider, que, siendo excelente, pasó sin pena ni gloria por nuestras salas, abordaba algo tan profundamente americano como el rodeo con una penetración y un rigor poco frecuentes y podía codearse sin sonrojo con los grandes clásicos del género de Nicholas Ray, John Huston o Sam Peckinpah. Ahora, el tercero, Nomadland, inspirado en un libro de Jessica Bruder, confirma en Zhao la mirada contemporánea más pura y limpia (y sutilmente antropológica) al paisaje americano de toda la vida. Y de todo el cine.
Aunque el centro del relato es el personaje encarnado por Frances Mcdormand, Nomadland tiene, de hecho, protagonismo coral: un grupo de gente de avanzada edad que, a raíz de la crisis económica del 2008, lo perdió todo, salvo la dignidad, y ahora se ve forzado a un nomadismo no deseado que, sin embargo, despierta sensaciones y sentimientos inéditos, como la bondad, la solidaridad, cierta paz espiritual, serenidad y un soplo de libertad. El crack del 29 nos llevó a Las uvas de la ira, la historia se repite. Y todavía más atrás: ¿no hay algo en esta comunidad que remite a los pioneros, los colonos? Las caravanas llevan ahora motor y neumáticos, pero cruzan los mismos desiertos inacabables, los imponentes cactus siguen allí, al igual que los horizontes inciertos. Una conmovedora melancolía acompaña la crónica de estos desarraigados. El poder de la cineasta para captar la realidad e integrar hombre y naturaleza es extraordinario, fruto de una respiración pausada atenta a cada gesto, al detalle elocuente: la imagen de Mcdormand recomponiendo un plato roto contiene más información de lo que aparenta. Y así todo el recorrido, con su tono próximo al documental (casi todo el reparto está formado por actores no profesionales), su constante calor humano, su contenida tristeza. No se ven películas así cada día. Y pocas cada año.