Choque de locomotoras
Godzilla vs. Kong
Dirección: Adam Wingard Intérpretes: Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown, Rebecca Hall, Kyle Chandler Producción: EE.UU., 2021. Fantástica
En 1962, Godzilla, la entonces muy activa estrella del zoo fílmico japonés, se encontró con King Kong, que llevaba casi treinta años de baja y sin cobrar el paro. Como todo producto kaiju eiga de la factoría Toho, King Kong contra Godzilla era genuino (y delicioso) cine de barrio, un cine que nutrió a toda una generación de jóvenes cinéfilos, entre ellos Tim Burton, que envidió al hombre que llevaba el disfraz de dinosaurio. Estas dos bestias estaban lejos de agonizar: el cine americano resucitó al gorila gigante en el período de esplendor del cine de catástrofes de los años setenta, más tarde en el 2005 (la deslumbrante versión de Peter Jackson) e inició en fecha reciente el reboot con la magnífica Kong: La isla Calavera, a la vez que, aprovechando el tirón jurásico propiciado por Spielberg, se apropiaba del monstruo japonés en 1998 (la espectacular pero insuficiente cinta de Roland Emmerich) y presentaba en el 2014 un nuevo inicio de saga con Godzilla (muy aceptable), a la que siguió Godzilla: Rey de los monstruos (muy fea y aburrida).
Ya había, en los respectivos finales de Kong: La isla Calavera y Godzilla: Rey de los monstruos, avisos de que estas dos icónicas criaturas se volverían a encontrar. Aquí tenemos ya el estruendoso choque de locomotoras, una obra más disfrutable y lograda que el anterior capítulo godzilliano pero de interés variable. Lo peor: invierte medio metraje en diálogos y sesudas explicaciones científicas, como si la pura fantasía se debiera legitimar con un doctorado previo, y abusa de tramas y escenas paralelas, que entorpecen, enfrían la fiesta. Lo mejor: cuando se desmadra ya sin recurrir a lo racional, dando paso a la maravilla: la luminosa secuencia en el océano, que parece La batalla de Midway , o el tramo central con el hallazgo del nuevo hogar de King Kong, digno de Verne y Viaje al centro de la Tierra. Y lo más emotivo: el gorila comunicándose, con signos, con la niña sordomuda, un personaje encantador. En suma, un digno entretenimiento.