‘Chavito’ sonríe de nuevo
Victoria colombiana en Port Ainé, donde el Ineos se apodera de todo el podio
“Llegué al mundo chiquito, pálido y feo. Y se complicó la vaina .Me tocó oxígeno, dos semanas de incubadora, casi muerto... pesaba dos kilos y estuve entre la vida y la muerte”. Jhoan (atención con la “h”) Esteban Chaves, 31 años, es un ciclista alegre. Chavito le llaman. Simpático, risueño, amable. Toda su carrera ciclista ha sido una lucha constante contra las adversidades. Accidentes, pérdidas dolorosas... y una sonrisa. Como la que lució ayer en la meta de Port Ainé al proclamarse vencedor de la etapa reina de la Volta. El único que fue capaz de romper el monopolio del Ineos, que mantiene a Adam Yates instalado en la butaca preferente y ahora además con los tres primeros lugares de la general copados.
Chaves saltó a siete kilómetros del final, arrancó un puñado de segundos y aguantó. Quizá le ayudó que hasta la temporada pasada compartía equipo con los hermanos Yates. Da igual, fue una victoria celebrada por todos los que conocen a este hijo de un electricista de Bogotá que responde a los infortunios con buena cara. Escalador de raza, metro sesenta y cuatro y 55 kilos, en septiembre del 2011 ganó el Tour del Porvenir. Un año y unos pocos meses más tarde, en el Trofeo Laigueglia, sufrió un accidente terrible: trauma craneoencefálico, contusión pulmonar, fractura del yunque derecho (oído), fractura malar (pómulo), fractura del esfenoides derecho (en la base del cráneo) y fractura de la clavícula. La movilidad de su brazo derecho quedó seriamente afectada, tardó ocho meses en recuperarla y nunca ya por completo. Su cerebro borró toda información desde media hora antes del impacto contra una señal de tráfico hasta cinco días después. Pero sí recuerda perfectamente que el cirujano le dijo “yo le opero, pero usted rece porque con los nervios nunca se sabe qué puede pasar”.
Su regreso a la competición fue espectacular. En el 2015 ganó dos etapas de la Vuelta; en el 2016 acabó en el podio del Giro y de la Vuelta. Pero en el 2017, cuando se preparaba para el inicio del Tour que podía ser su gran confirmación, le llegó la noticia de la muerte en accidente de bicicleta de su fisioterapeuta, una amiga que le había acompañado en toda su carrera y sus recuperaciones. “Sobrevivir es un verbo que aprendí a conjugar en todos sus tiempos”, ha explicado. Por una vez Chavito perdió la sonrisa eterna. “El Tour fue un calvario para él, su tristeza era inmensa”, dijeron en el equipo.
En el 2018 una mononucleosis lo mantuvo parado durante 255 días. Con razón ayer repetía que “después de lo que he pasado en los últimos meses, años incluso, que han sido bastante jodidos... ahora solo siento felicidad y tranquilidad. Una victoria como esta paga todo el trabajo hecho y todos los momentos difíciles superados”.
Chaves explicó que conocía bien la subida “porque vivo cerca,
SIMPÁTICO Y AMABLE
“Vivo en Andorra y conocía bien esta subida”, dijo el ganador antes de despedirse con un “moltes gràcies”
en Andorra”. Lamentó el viento de cara –que seguramente frenó otros intentos, no el suyo– y se mostró desenfadado en todo momento: “Ha sido un ataque un poco suicida, pero no tenía nada que perder. He querido probarlo y ha salido de puta madre” (rompe a reír con ganas). Y en otra demostración de su simpatía cierra la entrevista con un “moltes gràcies”, en catalán. Ganó Chaves, todos se alegraron. Incluso el líder.