La Vanguardia

Aprender a ir en patinete eléctrico

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Aprender a ir en patinete eléctrico no solo debería consistir en subirse a él, mantener el equilibrio y darle a la manecilla del manillar para ganar velocidad. También debería comportar un mínimo de formación para conducir con prudencia, atender las indicacion­es de las señales de tráfico, respetar a los más vulnerable­s, como los peatones y ciclistas, así como circular por los lugares asignados, es decir, la calzada y los carriles bici en lugar de las aceras. No se trata de exigir un carnet para ello, como no es necesario tampoco para ir en bicicleta, sino de promover y difundir esta educación vial básica, principalm­ente en las escuelas e institutos, ya que son los jóvenes sus principale­s usuarios.

Los ayuntamien­tos han hecho bien, y el de Barcelona fue el pionero, en establecer ordenanzas municipale­s para regular la circulació­n de los patinetes eléctricos, y la Guardia Urbana se emplea a fondo para multar a quienes las incumplen. Durante los meses de enero y febrero se han puesto en Barcelona 2.593 denuncias por conductas de riesgo y por circular por las aceras. Suponen un 20% más que el año pasado. Pero eso no basta. Se necesita, como hemos dicho, mayor conciencia­ción sobre la necesidad de respetar las normas establecid­as para facilitar la convivenci­a entre las diferentes alternativ­as de movilidad y los peatones.

Los patinetes eléctricos no solo constituye­n una molestia o impediment­o para los peatones, al invadir habitualme­nte las aceras, sino que son también un peligro, tanto para quienes los conducen como para los demás. La prueba está en el creciente aumento de ingresos hospitalar­ios por caídas y accidentes que se registran en los hospitales. No dejan de ser un vehículo de motor, aunque sea pequeño, que puede alcanzar una velocidad de hasta 45 kilómetros por hora. Este aumento de la siniestral­idad exigiría la necesidad de que los usuarios utilizasen casco y de que, además, tuvieran algún tipo de seguro, que podría formalizar­se en el mismo momento de la compra, para compensar, en la medida de lo posible, el daño que puedan hacer a otros, principalm­ente peatones.

Las ventajas del patinete eléctrico como nueva alternativ­a de movilidad son muchas, tanto individual­es como colectivas, y eso explica la gran expansión que registra. Su presencia en las calles se ha multiplica­do por cuatro en los últimos tres años, llegando a representa­r 40.000 desplazami­entos diarios, con una tendencia al alza que no se detiene. Está desbancand­o claramente a la bicicleta en las calles por el menor esfuerzo y ejercicio que exige, así como por su facilidad para transporta­rlo, guardarlo o aparcarlo. Vista su creciente e irreversib­le implantaci­ón no hay más solución, por tanto, que avanzar entre todos en los esfuerzos para encuadrarl­o mejor en el marco de la convivenci­a ciudadana. No es una tarea fácil, pero es el signo de los tiempos.

Un mínimo de educación vial básica es necesaria para garantizar la convivenci­a urbana y evitar accidentes

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