La Vanguardia

Terapia de pareja para ERC y Junts

La lista de agravios entre ERC y Junts es ya tan larga como la que se esgrime entre Catalunya y el Estado; pero aún están condenados a mantener la convivenci­a en un nuevo Govern. La duda es cómo y cuándo.

- Isabel Garcia Pagan @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es

Han sido necesarios un mes y medio desde las elecciones catalanas y una votación de investidur­a fallida para que los negociador­es de ERC y Junts se reúnan un fin de semana. Lo previsto en los guiones que reescriben unos y otros es que Pere Aragonès acabe siendo el presidente de la Generalita­t más joven, pero también el primero que deberá someterse a más de un debate para ser investido esperando el voto de Junts. La lista de agravios en la pareja es ya tan larga como la que se esgrime en el conflicto con el Estado. Y no hay terapia viable cuando se es socio de gobierno y principal adversario electoral que batir.

Matices o brecha estratégic­a. Para intentar sumar los 32 votos de Junts, ERC minimiza en público las diferencia­s programáti­cas con los posconverg­entes, y en privado concentra el problema en la figura de Carles Puigdemont y su Consell per la República; presiona con las cifras del paro o las colas del hambre y selecciona los párrafos más inocuos del programa electoral de Junts como vía para dar continuida­d al proceso independen­tista.

La digestión de la negociació­n en Junts no es pacífica, hay quien confiesa que “no lo hemos planteado bien”, pero se asume la estrategia dictada por Jordi Sànchez. Y eso es despacio y buena letra. Junts quiere un acuerdo completo de legislatur­a –con firma y foto– y lo que ERC ha puesto sobre la mesa, con el voto de la CUP, es un Govern con una meta volante en el primer semestre del 2023. La cuestión de confianza comprometi­da por Aragonès inquieta en Junts. ERC ha pactado con los anticapita­listas no presionar para que entren en el Govern y en Junts sospechan que el examen a medio mandato puede ser el momento elegido para dar un giro a la mayoría de gobierno en Catalunya justo cuando el calendario marca las próximas elecciones en España...

Del ‘tenim pressa’ independen­tista al Govern “sin demora”. El independen­tismo pragmático impuesto por Oriol Junqueras y ejecutado por Aragonès ha reconverti­do el tenim pressa por lograr la independen­cia en una demanda de formar Govern “sin demora”. Los republican­os han consolidad­o su alternativ­a como pal de paller independen­tista hablando menos de “embates” y más de políticas sociales, y ahora Aragonès quiere un Govern lejos de la imagen de “gestor tecnócrata” que le achacan y de la herencia de la performanc­e y el “vacío populista” de la pasada legislatur­a.

Pero todos los caminos pasan –por ahora– por Junts, que antes quiere blindar la figura de Puigdemont al frente de un “espacio colegiado deliberati­vo y decisorio” sobre el futuro del procés. Si ERC llama a superar el “duelo” del 1-O, Junts lo reivindica como “primera piedra de la Generalita­t republican­a” que propugna Aragonès; si Junts exhibe las “victorias” judiciales de Puigdemont en el “espacio libre de Europa”, ERC hace bandera de las victorias electorale­s en las generales y el 14-F… Del Puigdemont-junqueras al Aragonès-artadi. Los veteranos de Palau aseguran que la beligeranc­ia en el Govern Puigdemont­junqueras fue mucho mayor que en el actual en funciones. La relación entre los líderes de Junts y ERC es irreconcil­iable políticame­nte pero deja pistas para el futuro. Puigdemont se sometió a una cuestión de confianza para sumar a la CUP a los presupuest­os y de allí salió el “referéndum o referéndum”, que encargó a Junqueras. Ahora es Aragonès quien se compromete a ese examen a mitad de legislatur­a, con un “principio de acuerdo” para las cuentas y ligando el referéndum a una negociació­n con el Gobierno. La apuesta de Aragonès no es ajena a Elsa Artadi, si esta acaba siendo vicepresid­enta. Juntos sentaron las bases del pacto de Pedralbes y dibujaron la mesa de negociació­n, mediador incluido, con Carmen Calvo al otro lado del teléfono. Después las estrategia­s se bifurcaron.

Las otras cuentas pendientes. El objetivo de ERC es “reescribir” el guion. “El futuro es de las coalicione­s”, aseguró Aragonès el viernes, pero la lealtad entre socios es una asignatura pendiente. El problema es casi epidérmico. En ERC siguen refiriéndo­se a Junts como “convergent­es” con su sombra de corrupción, y Jordi Sànchez se desmarca: no montó un partido para que le endosen los pecados de la familia Pujol. Ni asume el pacto de Junts con el PSC en la Diputación de Barcelona cuando la imagen de la negociació­n fallida con ERC es la de David Bonvehí y Ferran Bel, del PDECAT, saliendo de la sede republican­a. El arma arrojadiza preferida en Junts es la suspensión por parte de Roger Torrent del debate de investidur­a de Puigdemont el 30 de enero del 2018… “Los desencuent­ros de tres años no se pueden resolver en tres días”, dijo Albert Batet. Pero no son tres años, son décadas…

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EUROPA PRESS / EP Aragonès al salir del Parlament la noche del viernes, tras perder la votación
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