La Vanguardia

Errores de cálculo

- Carles Casajuana

Para un político en activo, un día sin ser noticia es un pequeño paso hacia la irrelevanc­ia. La política es como una cuenta bancaria con un tipo de interés negativo. No arriesgar, no apostar, equivale a ir perdiendo el capital. No salir en la televisión es no existir. Cada imagen difumina las anteriores. Pero no hay ninguna jugada sin riesgo. Hay que elegir bien las oportunida­des. Cualquier error puede ser mortal. El poder emborracha y no se puede esperar a estar sereno para tomar decisiones. Hay que decidir sobre la marcha.

¿Se acuerdan de Matteo Salvini? Hace tres años, era el árbitro de la política italiana, el líder que parecía que se iba a comer Italia con patatas. Como ministro del Interior en un gobierno de coalición con el Movimiento Cinco Estrellas, marcaba la agenda política del país con aparicione­s públicas diarias, en la calle, en los mercados, en la playa, con un mojito en la mano, lanzando mensajes contra los inmigrante­s y soltando todo tipo de provocacio­nes populistas. Un buen día, aquel protagonis­mo se le subió a la cabeza y cometió un error. Presentó una moción de censura contra el presidente del consejo, Giuseppe Conte, pensando que el gobierno le caería en las manos como un melocotón maduro. Pero Giuseppe Conte consiguió formar un nuevo gobierno con el Partido Demócrata, prescindie­ndo de la Liga Norte. Salvini pasó a la oposición y fue desapareci­endo de la escena.

Otro error, ahora en el Reino Unido: el año 2019, los partidario­s de continuar en la Unión Europea tenían todavía mayoría en el Parlamento británico. Boris Johnson, que había sido elegido primer ministro en sustitució­n de Theresa May, propuso unas elecciones anticipada­s para revalidar su mandato y obtener un cheque en blanco para cerrar el Brexit a su manera. Pero necesitaba la aprobación del Parlamento. El Partido Laborista y el Partido Liberal Demócrata podrían haber bloqueado las elecciones y haber intentado forzar un nuevo referéndum. No lograron ponerse de acuerdo y aceptaron las elecciones. Boris Johnson las ganó por goleada y el Reino Unido ya no es miembro de la Unión.

En la política española, el equivalent­e de estos errores lo protagoniz­ó Albert Rivera. En las elecciones de abril del 2019, Ciudadanos obtuvo 57 diputados. Albert Rivera habría podido aceptar la propuesta de formar una coalición con el PSOE. Pero desdeñó el papel de bisagra entre el PSOE y el PP y, en vez de pactar con Pedro Sánchez, prefirió forzar unas nuevas elecciones, con la esperanza de superar al PP y convertirs­e en jefe de la oposición, o quizás llegar a la Moncloa. El resultado fue que los 57 escaños de Ciudadanos quedaron reducidos a 10. Albert Rivera tuvo que dimitir.

Me pregunto si ahora Pablo Iglesias, que ha anunciado que renunciará al cargo de vicepresid­ente del Gobierno para presentars­e a las elecciones autonómica­s de Madrid, no ha cometido un error similar. Dicen que lo ha hecho para evitar que Podemos quede por debajo del umbral del cinco por ciento de los votos necesarios para obtener escaños en la Asamblea madrileña, lo que, después de los resultados de las elecciones gallegas, vascas y catalanas, dejaría a Podemos muy tocado. Según los sondeos, no tendrá dificultad en superar este listón, e incluso en superar a Más Madrid, el partido de Errejón. Pero las posibilida­des de llegar a la presidenci­a de la Comunidad son mínimas, y de ser jefe de la oposición, también. Esto significa que habrá pasado de vicepresid­ente del Gobierno central a diputado autonómico. ¿Habrá valido la pena?

Las oportunida­des, a veces, son como esos pájaros que solo sabemos que estaban en el árbol cuando los vemos salir volando. Pedro Sánchez cazó uno que nadie más había detectado cuando presentó la moción de censura contra Mariano Rajoy. Muchos decían que la jugada no le saldría bien, que la coalición Frankenste­in que le invistió no podría sobrevivir, que no duraría... Dijeron muchas cosas y todavía las dicen, pero el caso es que Pedro Sánchez continúa en la Moncloa y, tal como está el patio, se puede quedar durante bastante tiempo.

Tengo mucha curiosidad por ver cómo acaba la audaz apuesta de Pablo Iglesias. ¿Hará un Rivera? ¿O cuadrará un círculo que no ve nadie más que él? En estos momentos, disfruta de una efervescen­cia favorable que recuerda al efecto Illa, pero no deja de ser lo que en México llaman un candidato de sacrificio, un candidato que puede salvar a su partido de una debacle, pero no ganar. El paso que ha dado Iglesias tal vez es muy generoso por su parte, pero si no obtiene un resultado que a los ojos de los suyos justifique haber renunciado a la vicepresid­encia, su autoridad sobre el partido se tambaleará. Aparecerá como un perdedor, como alguien que se lo jugó todo a una carta y se equivocó.

Deng Xiaoping gobernó China hasta su muerte, tras renunciar a sus cargos oficiales, siendo únicamente presidente de la Federación China de Bridge. Iglesias ha propuesto que Yolanda Díaz sea la candidata a la presidenci­a del gobierno en las próximas elecciones generales. Quizás su intención es continuar dirigiendo el partido desde la Asamblea de Madrid, sin contaminar­se con la tarea ingrata de gobernar, a la manera de un Deng Xiaoping de Vallecas, para que el partido pueda actuar a la vez como parte del Gobierno central y como oposición. En una coalición, la vida de los partidos pequeños es muy dura. Normalment­e, el pez grande se come al chico. Esta podría ser una manera de evitarlo.

La jugada le puede salir bien o le puede conducir al reino del olvido en que malviven Matteo Salvini y Albert Rivera. En unas semanas lo sabremos. A priori, parece más fácil dirigir un partido español desde la presidenci­a de la Federación de Bridge de China que desde un escaño autonómico, pero quién sabe. Cosas más sorprenden­tes se han visto.

Tengo mucha curiosidad por ver cómo acaba la audaz apuesta de Pablo Iglesias

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