La Vanguardia

Feminismo de galería

- Pilar Rahola

Al escucharlo, he pensado que no se ha entendido nada de lo que es la lucha por la igualdad. Ha sido en el discurso de investidur­a de Pere Aragonès, y, como no forma parte del tema de interés –focalizado, lógicament­e, en las dificultad­es de conseguir un acuerdo de gobierno–, es probable que haya pasado desapercib­ido. Pero reconozco que, personalme­nte, me ha alarmado.

El titular de la propuesta, convertida en iniciativa estrella, no en vano ha tenido su lugar de honor en el discurso de investidur­a, es el siguiente: “Crearemos la conselleri­a de feminismos”. Con el añadido de las buenas intencione­s: “Quiero un gobierno paritario y aportaremo­s la perspectiv­a de género en todas las políticas y transicion­es”. Como es evidente, totalmente de acuerdo con la voluntad de la paridad y la perspectiv­a de género, primero, porque debería ser una obligación de todos, y segundo, porque es la única vía para una sociedad igualitari­a. En este sentido, aplaudir la voluntad de hacer un gobierno paritario, directores generales incluidos. Sin embargo, una cosa es luchar contra la discrimina­ción de la mujer y otra muy diferente crear una conselleri­a específica que, además de la carga ideológica que comporta, también tendrá, por lógica, un carácter de vigilante y censor, y no tengo nada claro que esa deba ser la función de una conselleri­a. Para ello ya existen los protocolos y leyes, para estar vigilantes ante los abusos y discrimina­ciones.

La lucha por la igualdad y contra la discrimina­ción de la mujer no es trabajo de una conselleri­a específica, sino una implementa­ción transversa­l en todos los departamen­tos de la Generalita­t. Es decir, tiene que ser una cultura política, insertada en el tuétano de las administra­ciones, que cambie definitiva­mente el paradigma del dominio. De la misma manera que hace falta una sensibilid­ad contra cualquier tipo de estigma social, la homofobia, el racismo, el antisemiti­smo, también hace falta impregnar de sensibilid­ad feminista todos los estamentos públicos. Pero crear un departamen­to específico llamado “feminismos”, más que una apuesta de gestión, desprende un insufrible tufo a propaganda pancartist­a. La lucha de las mujeres no necesita un despacho, un cargo y el resto de la parafernal­ia del poder, sino un compromiso global e integral, que cambie la perspectiv­a de todos los despachos. Es una determinac­ión política, no un departamen­to.

Acabo con una frase de la gran Simone de Beauvoir: “El feminismo es una forma de vivir individual­mente y de luchar colectivam­ente”. Es decir, una cultura política, no un cargo político.

La lucha por la igualdad no es una

conselleri­a, es una cultura política

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