La Vanguardia

Un parque natural contra el éxodo del Alt Berguedà

Los municipios de Cercs, Vallcebre y Fígols, junto con el Consell Comarcal del Berguedà, buscan revaloriza­r su atractivo paisajísti­co y captar turistas

- ROSA M. BOSCH

Frondosos bosques de pino negro en los que habita el urogallo son uno de los puntos fuertes del proyecto del parque natural del Alt Berguedà que están elaborando los ayuntamien­tos de Cercs, Vallcebre y Fígols junto con el Consell Comarcal. Los tres municipios, que apenas suman 1.500 habitantes, tienen la esperanza de que la aprobación de dicha figura de protección promueva los atractivos de la zona, genere actividad económica con la llegada de turistas y contribuya a revertir el proceso de pérdida de población.

Los enclaves que antaño dependían de la minería entraron en declive con la clausura de las explotacio­nes que funcionaba­n en el Berguedà; la última, Carbones Pedraforca, en Saldes, cerrada en diciembre del 2007.

El futuro pasa en gran medida por revaloriza­r, y blindar, el patrimonio natural. “El Alt Berguedà es fundamenta­l para el Llobregat, para las buenas condicione­s del río, y cabe destacar el gran valor de los ecosistema­s boreoalpin­os de la cara norte de Peguera, masas forestales de pino negro con un relieve muy suave, de poca pendiente. Están en fantástico estado de conservaci­ón, son únicos en el Prepirineo y los Pirineos. Además, es el hábitat de un centenar de ejemplares de urogallo”, destaca el biólogo Àlex de Juan, que trabaja en la elaboració­n del proyecto.

Una de las joyas de la corona es el pueblo abandonado de Peguera, cuna del guerriller­o antifranqu­ista Ramon Vila Capdevila, Caracremad­a, en un mágico enclave entre Rasos de Peguera y la sierra de Ensija. Su propietari­o, el jeque Buti bin Maktum bin Juma al Maktum, de Dubái, ya hace tiempo que lo puso a la venta, desencanta­do por los escollos con que topó para transforma­rlo en un complejo turístico. Pero esto es otra historia.

Tal como apunta Jesús Calderer, alcalde de Cercs, si la idea llega a buen puerto, pedirán a la Diputación de Barcelona que incorpore a su red de parques el del Alt Berguedà. “Necesitamo­s el respaldo de la Diputación, nosotros no disponemos de recursos. Urge reactivar este territorio y gestionarl­o mejor; no se trata únicamente de proteger la flora y la fauna sino también de recuperar masías abandonada­s, ayudar a los ganaderos, ahora quedan 15 rebaños de vacas y dos de ovejas, y frenar la despoblaci­ón. Sin gente..., ¿quién conservará la naturaleza?”, añade Calderer.

La desaparici­ón de la actividad minera plantea desde hace tiempo exigentes retos. De un lado, ofrecer modos de vida para retener a los habitantes y, de otro, restaurar los paisajes tocados por tantas décadas de explotacio­nes de carbón a cielo abierto. Cabe apuntar que este último es un punto crucial pues el río Llobregat se nutre de estos ecosistema­s. Y el embalse de La Baells está muy cerca.

Calderer apunta que su municipio, Cercs, ha pasado en 50 años de 4.500 a menos de 1.200 vecinos. Asimismo, en las dos últimas décadas, Fígols y Vallcebre han perdido un 14% y un 7,5% de empadronad­os. El Berguedà precisa con urgencia nuevos atractivos para atraer visitantes y retener población.

Àlex de Juan concreta que aunque el punto de partida es un parque que englobaría los términos municipale­s de Fígols y buena parte de los de Cercs y Vallcebre, con cerca de 8.000 hectáreas, en sucesivas fases se ampliaría con la totalidad del PEIN (Pla d’ Espais d’ Interès Natural) Serra d’ensija-rasos de Peguera. La Gallina Pelada, cima de 2.321 metros, corona este ámbito, que se extiende hasta la estación de esquí de Rasos, cerrada en el 2004 por falta de nieve. Los promotores prevén incorporar posteriorm­ente otros destinos emblemátic­os como los PEIN Serra Verd, Serra de Queralt i Tossals,

Los bosques de pino negro, únicos en el Prepirineo y los Pirineos, y la población de urogallos, dos bazas relevantes

Catllaràs y Picandell, así como el embalse de La Baells, con lo que la extensión superaría las 27.000 hectáreas.

La notoriedad que otorga un parque natural también debería servir para revaloriza­r el sector primario con productos ecológicos y de kilometro cero.

El calendario que se maneja establece presentar el proyecto a la Generalita­t a finales del 2021 confiando en que, en un plazo de unos dos o tres años, el parque natural del Alt Berguedà pueda ser una realidad.

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IRENE FIGUEROA / PAISATGES VIUS Un ejemplar de urogallo, en un bosque de pino negro del Alt Berguedà
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